"Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación - Stg 3:1 (RVR)."
El único documento por el cual la verdad y caracter de Dios son revelados es Su Palabra, y por lanto debe haber un sumo cuidado en hablarla. Al hacer un analisis lexico sintactico, Santiago hace unas afirmaciones muy serias para aquellos que desean exponer la Palabra de Dios "no os hagáis maestros muchos de vosotros" tal declaración proviene del griego (më polloi didaskaloi ginesthe). Esta es una prohibición la cual comunica: «Dejad de ser muchos maestros» (tantos de vosotros). Hay así una clara queja de que muchos creyentes estaban tratando de enseñar aquello que no comprendían con claridad. En tal tiempo (como hoy día) había necesidad de maestros sabios (vv. 13ss.), y no de maestros insensatos. Esto pronto vino a ser una situación aguda, como se puede ver en 1 Corintios 12 al 14. No todos eran maestros (1 Co. 12:28ss.; 14:26). El maestro es aquí tratado como el hombre sabio (3:13–18) que debiera ser. El rabino era el maestro (Mt. 23:7.; Jn. 1:38; 3:10; 20:16). Los maestros ocupaban una posición honrosa entre los cristianos (Ef. 4:11; Hch. 13:1). Jacobo (Santiago) se cuenta así mismo como maestro (al decir: "recibiremos" 3:1) y esta discusión va relacionada con Stg 1:19–27. Los maestros son necesarios, pero los incompetentes y los indignos causan mucho daño a los creyentes ambrientos de verdad. Y como tales incompetentes querían exponer la Palabra de Dios, Santiago hace otra afirmación sobre ellos "Un juicio más severo" del griego (meizon krima). Comuncia: «Mayor sentencia.» Da a entender (la sentencia del juez, Ro.13:2). La razón es obvia. La pretensión de conocimiento añade a la responsabilidad y castigo del maestro (necio). Histórico culturalmente, los judíos también advertían en contra de la enseñanza erronea, y reconocían que los maestros sería juzgados estrictamente por desviar a otros. Algunos que deseaban ser maestros de sabiduría estaban enseñando el tipo de sabiduría adoptada por los judíos revolucionarios, que conducía a la violencia (3:13-18). Dirigirse a la congregación desde el pulpito para comunicar el mensaje del Señor es algo muy serio. Si el exponente se equivoca, induce a que Dios mismo sea malinterpretado. Dios reveló Sus pensmaientos en un contexto histórico distinto al nuestro; de modo que el expositor de la Palabra de Dios tiene la responsabilidad de traer aquel pensamiento el cual Dios comunicó a la gente que recibió el mensaje en aquel entonces, y explicarlo de una manera en que la gente de hoy pueda entender lo mismo y aplicarlo a su vida. Todo aquel que dice ser conocedor de la Palabra de Dios tiene ante Él la responsabilidad eterna de transmitir las palabras tal como están, es decir, debe permitir que el texto hable por sí mismo y no hablar por el como si éste comunicara algo cuando en sí comunica otra cosa, eso es errar y no hablar la verdad como Dios desea [Exponer su pensamiento personal]. El mensaje no cambia, pero el contexto si. La contextualización es el proceso a travéz del cual el exponente aplica el mensaje original insertandolo en el contexto actual. Tal proceso es uno guiado por el Espíritu Santo para el beneficio de los santos, y es uno elaborado por aquel el cual vive rendido y sujeto al orden bíblico y Su soberanía eterna, permitiendo de esa manera que Cristo mismo viva Su vida en la suya para poder aplicar así las verdades divinas. Todo aquel que expone lo que Dios dice en Su Palabra debe familiarizarse con la misma, de no ser así, será un teatro viviente. "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén - 1 Ped 4:10-11 (RVR)."
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