Daniel, Oseas, Joel, Amos.
Libro de Daniel
Autor: El Libro de Daniel identifica al profeta Daniel como su autor (Daniel 9:2; 10:2). Jesús también menciona a Daniel como su autor (Mateo 24:15).
Fecha de su Escritura: El Libro de Daniel fue escrito probablemente entre el 540 y el 530 a.C.
Propósito de la Escritura: En el 605 a.C., Nabucodonosor, rey de Babilonia había conquistado a Judá y deportado a muchos de sus habitantes a Babilonia – incluido Daniel. Daniel sirvió en la corte real de Nabucodonosor y varios gobernantes que siguieron a Nabucodonosor. El Libro de Daniel registra las acciones, profecías, y visiones del profeta Daniel.
Versos Clave: Daniel 1:19-20, “Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.”
Daniel 2:31, “Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.”
Daniel 3:17-18, “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.”
Daniel 4:34-35, “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”
Daniel 9:25-27, “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Breve Resumen: El Libro de Daniel puede ser dividido en tres secciones. El capítulo 1 describe la conquista de Jerusalén por los babilonios. Junto con muchos otros, Daniel y sus tres amigos fueron deportados a Babilonia y por su valentía y obvias bendiciones de Dios sobre ellos, fueron “promovidos” al servicio del rey (Daniel 1:17-20)
Los capítulos 2-7 registran a Nabucodonosor teniendo un sueño que solo Daniel podría interpretar correctamente. El sueño de Nabucodonosor sobre una gran estatua, representaba el reino que se levantaría en el futuro. Nabucodonosoro hizo una gran estatua de sí mismo y forzó a todos a adorarla: Sadrac, Mesac y Abed-nego se rehusaron y fueron librados milagrosamente por Dios, a pesar de haber sido echados dentro de un horno de fuego. Nabucodonosor fue juzgado por Dios por su soberbia, pero después restaurado, una vez que reconoció y admitió la soberanía de Dios.
Daniel capítulo 5, registra el mal uso que hizo Belsasar, hijo de Nabucodonosor, de los objetos tomados del templo de Jerusalén; y como respuesta, recibió un mensaje de Dios, escrito en la pared. Solo Daniel pudo interpretar la escritura, un mensaje del juicio venidero de Dios. Daniel es echado al foso de los leones por rehusarse a orar al rey, pero fue librado milagrosamente. Dios le dio a Daniel una visión de cuatro bestias. Las cuatro bestias representaban los imperios de Babilonia, Medo-Persa, Grecia y Roma.
Los capítulos 8-12 contienen una visión de un carnero, un macho cabrío, y varios cuernos – también referente a futuros reinos y sus gobernantes. Daniel capítulo 9, registra la profecía de las “setenta semanas” de Daniel. Dios le dio a Daniel el tiempo preciso cuando el Mesías vendría y sería muerto. La profecía también menciona a un futuro gobernante quien hará un pacto con Israel, el cual romperá al cabo de tres años y medio, seguido poco después por el gran juicio y la consumación de todas las cosas. Daniel es visitado y fortalecido por un ángel después de esta gran visión, y el ángel le explica la visión a Daniel con gran detalle.
Referencias Proféticas: Vemos en las historias del horno de fuego y de Daniel en el foso de los leones, una referencia profética de la salvación provista por Cristo. Los tres hombres declaran que Dios es un Dios que salva, y quien puede librarlos del horno de fuego (Daniel 3:17). De la misma forma, al enviar a Jesús a morir por nuestros pecados, Dios ha provisto un escape del fuego del infierno (1 Pedro 3:18). En el caso de Daniel, Dios envió un ángel para cerrar las bocas de los leones y salvó a Daniel de la muerte. Jesucristo es nuestra provisión de los peligros del pecado que amenazan con consumirnos.
La visión de Daniel del final de los tiempos representa al Mesías de Israel, por quien muchos serán limpios y purificados (Daniel 12:10). Él es nuestra justificación (1 Pedro 5:21) por quien nuestros pecados, a través de la sangre, serán lavados y seremos tan blancos como la nieve (Isaías 1:18).
Aplicación Práctica: Al igual que Sadrac, Mesac, y Abed-nego, siempre debemos permanecer firmes ante lo que sabemos que es lo correcto. Dios es más grande que cualquier castigo que pudiera venir sobre nosotros. Ya sea que Dios decida librarnos o no, Él siempre es digno de nuestra confianza. Dios sabe lo que es mejor, y Él honra a aquellos que le obedecen.
Dios tiene un plan, y Su plan está elaborado hasta el más mínimo detalle. Dios conoce y tiene el control del futuro. Todo lo que Dios ha predicho, se ha cumplido con la exactitud con que fue anunciado. Por tanto, debemos creer y confiar en que las cosas que Él ha predicho para el futuro, algún día ocurrirán exactamente como Dios lo ha declarado.
Autor: El Libro de Daniel identifica al profeta Daniel como su autor (Daniel 9:2; 10:2). Jesús también menciona a Daniel como su autor (Mateo 24:15).
Fecha de su Escritura: El Libro de Daniel fue escrito probablemente entre el 540 y el 530 a.C.
Propósito de la Escritura: En el 605 a.C., Nabucodonosor, rey de Babilonia había conquistado a Judá y deportado a muchos de sus habitantes a Babilonia – incluido Daniel. Daniel sirvió en la corte real de Nabucodonosor y varios gobernantes que siguieron a Nabucodonosor. El Libro de Daniel registra las acciones, profecías, y visiones del profeta Daniel.
Versos Clave: Daniel 1:19-20, “Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.”
Daniel 2:31, “Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.”
Daniel 3:17-18, “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.”
Daniel 4:34-35, “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”
Daniel 9:25-27, “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Breve Resumen: El Libro de Daniel puede ser dividido en tres secciones. El capítulo 1 describe la conquista de Jerusalén por los babilonios. Junto con muchos otros, Daniel y sus tres amigos fueron deportados a Babilonia y por su valentía y obvias bendiciones de Dios sobre ellos, fueron “promovidos” al servicio del rey (Daniel 1:17-20)
Los capítulos 2-7 registran a Nabucodonosor teniendo un sueño que solo Daniel podría interpretar correctamente. El sueño de Nabucodonosor sobre una gran estatua, representaba el reino que se levantaría en el futuro. Nabucodonosoro hizo una gran estatua de sí mismo y forzó a todos a adorarla: Sadrac, Mesac y Abed-nego se rehusaron y fueron librados milagrosamente por Dios, a pesar de haber sido echados dentro de un horno de fuego. Nabucodonosor fue juzgado por Dios por su soberbia, pero después restaurado, una vez que reconoció y admitió la soberanía de Dios.
Daniel capítulo 5, registra el mal uso que hizo Belsasar, hijo de Nabucodonosor, de los objetos tomados del templo de Jerusalén; y como respuesta, recibió un mensaje de Dios, escrito en la pared. Solo Daniel pudo interpretar la escritura, un mensaje del juicio venidero de Dios. Daniel es echado al foso de los leones por rehusarse a orar al rey, pero fue librado milagrosamente. Dios le dio a Daniel una visión de cuatro bestias. Las cuatro bestias representaban los imperios de Babilonia, Medo-Persa, Grecia y Roma.
Los capítulos 8-12 contienen una visión de un carnero, un macho cabrío, y varios cuernos – también referente a futuros reinos y sus gobernantes. Daniel capítulo 9, registra la profecía de las “setenta semanas” de Daniel. Dios le dio a Daniel el tiempo preciso cuando el Mesías vendría y sería muerto. La profecía también menciona a un futuro gobernante quien hará un pacto con Israel, el cual romperá al cabo de tres años y medio, seguido poco después por el gran juicio y la consumación de todas las cosas. Daniel es visitado y fortalecido por un ángel después de esta gran visión, y el ángel le explica la visión a Daniel con gran detalle.
Referencias Proféticas: Vemos en las historias del horno de fuego y de Daniel en el foso de los leones, una referencia profética de la salvación provista por Cristo. Los tres hombres declaran que Dios es un Dios que salva, y quien puede librarlos del horno de fuego (Daniel 3:17). De la misma forma, al enviar a Jesús a morir por nuestros pecados, Dios ha provisto un escape del fuego del infierno (1 Pedro 3:18). En el caso de Daniel, Dios envió un ángel para cerrar las bocas de los leones y salvó a Daniel de la muerte. Jesucristo es nuestra provisión de los peligros del pecado que amenazan con consumirnos.
La visión de Daniel del final de los tiempos representa al Mesías de Israel, por quien muchos serán limpios y purificados (Daniel 12:10). Él es nuestra justificación (1 Pedro 5:21) por quien nuestros pecados, a través de la sangre, serán lavados y seremos tan blancos como la nieve (Isaías 1:18).
Aplicación Práctica: Al igual que Sadrac, Mesac, y Abed-nego, siempre debemos permanecer firmes ante lo que sabemos que es lo correcto. Dios es más grande que cualquier castigo que pudiera venir sobre nosotros. Ya sea que Dios decida librarnos o no, Él siempre es digno de nuestra confianza. Dios sabe lo que es mejor, y Él honra a aquellos que le obedecen.
Dios tiene un plan, y Su plan está elaborado hasta el más mínimo detalle. Dios conoce y tiene el control del futuro. Todo lo que Dios ha predicho, se ha cumplido con la exactitud con que fue anunciado. Por tanto, debemos creer y confiar en que las cosas que Él ha predicho para el futuro, algún día ocurrirán exactamente como Dios lo ha declarado.
Libro de Oseas
Autor: Oseas 1:1 identifica al autor del libro como el Profeta Oseas. Es la narración personal de Oseas de sus mensajes proféticos a los hijos de Dios y al mundo. Oseas es el único profeta de Israel que dejó algunas profecías escritas, las cuales fueron registradas durante los últimos años de su vida.
Fecha de su Escritura: Oseas, el hijo de Beeri, profetizó durante un largo período, del 785 al 725 a.C. El Libro de Oseas fue escrito probablemente entre el 755 y el 725 a.C.
Propósito de la Escritura: Oseas escribió este libro para recordar a los israelitas –y a nosotros- que el nuestro es un Dios de amor, cuya lealtad al pacto con Su pueblo es inalterable. A pesar del continuo extravío de Israel al ir tras falsos dioses, la fidelidad del amor de Dios es representado en el sufrimiento del esposo de la mujer infiel. El mensaje de Oseas es también uno de advertencia para aquellos que dieran la espalda al amor de Dios. A través de la presentación simbólica del matrimonio de Oseas con Gomer, el amor de Dios por la nación idólatra de Israel es revelado en una rica metáfora en los temas del pecado, el juicio y el amor que perdona.
Versos Clave: Oseas 1:2, “1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.”
Oseas 2:23, “Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.”
Oseas 6:6, “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.”
Oseas 14:2-4, “Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.”
Breve Resumen: El Libro de Oseas puede ser dividido en dos partes: (1) Oseas 1:1-3:5 es una descripción de una esposa adúltera y un esposo fiel, símbolo de la infidelidad de Israel hacia Dios a través de la idolatría, y (2) Oseas 3:6-14:9 contiene la condenación de Israel, especialmente Samaria, por la adoración de ídolos y su eventual restauración.
La primera sección del libro, contiene tres diferentes poemas ilustrando cómo los hijos de Dios regresan una y otra vez a la idolatría. Dios le ordena a Oseas casarse con Gomer, quien después de haberle dado tres hijos, ella abandona a Oseas para ir tras sus amantes. El énfasis simbólico puede ser claramente visto en el primer capítulo, mientras Oseas compara las acciones de Israel con el abandono del matrimonio para vivir como una prostituta. La segunda sección contiene la denuncia de Oseas de los israelitas, pero seguido por las promesas y las misericordias de Dios.
El Libro de Oseas es un registro profético del infinito amor de Dios por Sus hijos. Desde el principio de los tiempos, la ingrata e inmerecedora creación de Dios, ha estado recibiendo el amor, la gracia y la misericordia de Dios, mientras aún es incapaz de refrenar su maldad.
La última parte de Oseas muestra como una vez más, el amor de Dios restaura a Sus hijos, perdonando sus transgresiones, cuando ellos se vuelven a Él con un corazón arrepentido. El mensaje profético de Oseas predice la venida del Mesías de Israel, 700 años en el futuro. Oseas es citado en el Nuevo Testamento.
Referencias Proféticas: Oseas 2:23 es el hermoso mensaje profético de Dios de incluir a los gentiles [los no judíos] como Sus hijos, como también está escrito en Romanos 9:25 y 1 Pedro 2:10. Los gentiles no son originalmente “el pueblo de Dios,” pero a través de Su gracia y misericordia, Él ha nos ha dado a Jesucristo, y por la fe en Él somos injertados en el árbol de Su pueblo (Romanos 11:11-18). Esta es una asombrosa verdad acerca de la Iglesia, una que es llamada un “misterio” porque antes de Cristo, el pueblo de Dios era considerado únicamente el pueblo judío. Cuando Cristo vino, los judíos fueron endurecidos temporalmente “hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.” (Romanos 11:25)
Aplicación Práctica: El Libro de Oseas nos asegura el amor incondicional de Dios por Su pueblo. Pero también es un cuadro de cómo Dios es deshonrado y provocado a ira por las acciones de Sus hijos. ¿Cómo puede un hijo, a quien se le ha dado abundancia de amor, misericordia y gracia, tratar a un Padre con tanta falta de respeto? Aún así, nosotros hemos hecho exactamente lo mismo por siglos. Mientras consideramos cómo los israelitas le dieron la espada a Dios, necesitamos observar no más allá del espejo frente a nosotros, para ver el reflejo de esos mismos israelitas.
Solo recordando cuánto ha hecho Dios por cada uno de nosotros, podremos ser capaces de evitar rechazar a Aquel que puede darnos vida eterna en la Gloria en lugar del Infierno que merecemos. Es esencial que aprendamos a respetar a nuestro Creador. Oseas nos ha mostrado que cuando cometemos pecado, si tenemos un corazón quebrantado y una promesa de arrepentimiento, entonces Dios nos mostrará nuevamente Su amor eterno (1 Juan 1:9).
Autor: Oseas 1:1 identifica al autor del libro como el Profeta Oseas. Es la narración personal de Oseas de sus mensajes proféticos a los hijos de Dios y al mundo. Oseas es el único profeta de Israel que dejó algunas profecías escritas, las cuales fueron registradas durante los últimos años de su vida.
Fecha de su Escritura: Oseas, el hijo de Beeri, profetizó durante un largo período, del 785 al 725 a.C. El Libro de Oseas fue escrito probablemente entre el 755 y el 725 a.C.
Propósito de la Escritura: Oseas escribió este libro para recordar a los israelitas –y a nosotros- que el nuestro es un Dios de amor, cuya lealtad al pacto con Su pueblo es inalterable. A pesar del continuo extravío de Israel al ir tras falsos dioses, la fidelidad del amor de Dios es representado en el sufrimiento del esposo de la mujer infiel. El mensaje de Oseas es también uno de advertencia para aquellos que dieran la espalda al amor de Dios. A través de la presentación simbólica del matrimonio de Oseas con Gomer, el amor de Dios por la nación idólatra de Israel es revelado en una rica metáfora en los temas del pecado, el juicio y el amor que perdona.
Versos Clave: Oseas 1:2, “1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.”
Oseas 2:23, “Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.”
Oseas 6:6, “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.”
Oseas 14:2-4, “Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios. No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.”
Breve Resumen: El Libro de Oseas puede ser dividido en dos partes: (1) Oseas 1:1-3:5 es una descripción de una esposa adúltera y un esposo fiel, símbolo de la infidelidad de Israel hacia Dios a través de la idolatría, y (2) Oseas 3:6-14:9 contiene la condenación de Israel, especialmente Samaria, por la adoración de ídolos y su eventual restauración.
La primera sección del libro, contiene tres diferentes poemas ilustrando cómo los hijos de Dios regresan una y otra vez a la idolatría. Dios le ordena a Oseas casarse con Gomer, quien después de haberle dado tres hijos, ella abandona a Oseas para ir tras sus amantes. El énfasis simbólico puede ser claramente visto en el primer capítulo, mientras Oseas compara las acciones de Israel con el abandono del matrimonio para vivir como una prostituta. La segunda sección contiene la denuncia de Oseas de los israelitas, pero seguido por las promesas y las misericordias de Dios.
El Libro de Oseas es un registro profético del infinito amor de Dios por Sus hijos. Desde el principio de los tiempos, la ingrata e inmerecedora creación de Dios, ha estado recibiendo el amor, la gracia y la misericordia de Dios, mientras aún es incapaz de refrenar su maldad.
La última parte de Oseas muestra como una vez más, el amor de Dios restaura a Sus hijos, perdonando sus transgresiones, cuando ellos se vuelven a Él con un corazón arrepentido. El mensaje profético de Oseas predice la venida del Mesías de Israel, 700 años en el futuro. Oseas es citado en el Nuevo Testamento.
Referencias Proféticas: Oseas 2:23 es el hermoso mensaje profético de Dios de incluir a los gentiles [los no judíos] como Sus hijos, como también está escrito en Romanos 9:25 y 1 Pedro 2:10. Los gentiles no son originalmente “el pueblo de Dios,” pero a través de Su gracia y misericordia, Él ha nos ha dado a Jesucristo, y por la fe en Él somos injertados en el árbol de Su pueblo (Romanos 11:11-18). Esta es una asombrosa verdad acerca de la Iglesia, una que es llamada un “misterio” porque antes de Cristo, el pueblo de Dios era considerado únicamente el pueblo judío. Cuando Cristo vino, los judíos fueron endurecidos temporalmente “hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.” (Romanos 11:25)
Aplicación Práctica: El Libro de Oseas nos asegura el amor incondicional de Dios por Su pueblo. Pero también es un cuadro de cómo Dios es deshonrado y provocado a ira por las acciones de Sus hijos. ¿Cómo puede un hijo, a quien se le ha dado abundancia de amor, misericordia y gracia, tratar a un Padre con tanta falta de respeto? Aún así, nosotros hemos hecho exactamente lo mismo por siglos. Mientras consideramos cómo los israelitas le dieron la espada a Dios, necesitamos observar no más allá del espejo frente a nosotros, para ver el reflejo de esos mismos israelitas.
Solo recordando cuánto ha hecho Dios por cada uno de nosotros, podremos ser capaces de evitar rechazar a Aquel que puede darnos vida eterna en la Gloria en lugar del Infierno que merecemos. Es esencial que aprendamos a respetar a nuestro Creador. Oseas nos ha mostrado que cuando cometemos pecado, si tenemos un corazón quebrantado y una promesa de arrepentimiento, entonces Dios nos mostrará nuevamente Su amor eterno (1 Juan 1:9).
Libro de Joel
Autor: El Libro de Joel establece que su autor fue el Profeta Joel (1:1)
Fecha de su Escritura: El Libro de Joel fue escrito probablemente entre el 835 y el 800 a.C.
Propósito de la Escritura: Judá, la escena para el libro, es devastada por una gran horda de langostas. Esta invasión de langostas destruye todo – los campos de grano, los viñedos, los jardines y los árboles. Joel describe simbólicamente a las langostas como la marcha de un ejército humano, y ve todo esto como el juicio divino viniendo contra la nación por sus pecados. El libro se destaca por dos grandes eventos. Uno, es la invasión de langostas, y el otro, el derramamiento del Espíritu. El cumplimiento inicial de esto es citado por Pedro en Hechos 2, habiendo tenido lugar en Pentecostés.
Versos Clave: Joel 1:4, “Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado.”
Joel 2:25, “Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.”
Joel 2:28, “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.”
Breve Resumen: Una terrible plaga de langostas es seguida por una severa hambruna a través de la tierra. Joel usa estos acontecimientos como catalizador para enviar palabras de advertencia a Judá. A menos que la gente se arrepienta rápida y completamente, los ejércitos enemigos devorarán la tierra como lo hicieron los elementos naturales. Joel exhorta a todo el pueblo y a los sacerdotes de la tierra a ayunar y humillarse mientras buscan el perdón de Dios. Si ellos respondieren, habrá renovadas bendiciones materiales y espirituales para la nación. Pero el Día del Señor se acerca. En este tiempo, las temidas langostas, parecerán como mosquitos en comparación, mientras todas las naciones reciben Su juicio.
El tema principal del libro de Joel, es el Día del Señor, el Día de la ira y del juicio de Dios. Este es el Día en el cual Dios revela Sus atributos de ira, poder y santidad, y es un día terrible para Sus enemigos. En el primer capítulo, el Día del Señor es experimentado históricamente por la plaga de langostas sobre la tierra. Capítulo 2:1-17 es un capítulo transicional, en el cual Joel usa la metáfora de la plaga de langostas y la sequía para renovar un llamado al arrepentimiento. Los capítulos 2:18-3:21, describen el Día del Señor en términos escatológicos y responde el llamado al arrepentimiento, con profecías de restauración física (2:21-27), restauración espiritual (2:28-32), y restauración nacional (3:1-21).
Referencias Proféticas: Siempre que en el Antiguo Testamento se habla del juicio por el pecado, ya sea un pecado individual o nacional, se profetiza el advenimiento de Jesucristo. Los profetas del Antiguo Testamento, advierten continuamente a Israel que se arrepienta, pero aún cuando ellos lo hicieron, su arrepentimiento estaba limitado a la observancia de la ley y a las obras. Los sacrificios de su templo eran solo una sombra del último sacrificio, ofrecido una vez y para siempre, el cual vendría a la cruz (Hebreos 10:10). Joel nos dice que el último juicio de Dios, el cual sucederá en el Día del Señor, será “grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” (Joel 2:11). La respuesta es que nosotros, por nosotros mismos, nunca podremos soportar tal suceso. Pero si hemos puesto nuestra fe en Cristo para la expiación de nuestros pecados, no tenemos nada que temer del Día del Juicio.
Aplicación Práctica: Sin arrepentimiento, el juicio será duro, total y seguro. Nuestra confianza no debe estar en nuestras posesiones, sino en el Señor nuestro Dios. A veces, Dios puede usar la naturaleza, el dolor u otros sucesos comunes para acercarnos a Él. Pero en Su misericordia y gracia, Él ha provisto el plan definitivo para nuestra salvación –Jesucristo, siendo crucificado por nuestros pecados y cambiando nuestro pecado por Su perfecta justicia (2 Corintios 5:21). No hay tiempo que perder. El juicio de Dios vendrá de repente, como un ladrón en la noche (1 Tesalonicenses 5:2), y debemos estar preparados. Hoy es el día de salvación (2 Corintios 6:2). “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:6-7). Solo apropiándonos de la salvación de Dios, podremos escapar de Su ira en el Día del Señor.
Autor: El Libro de Joel establece que su autor fue el Profeta Joel (1:1)
Fecha de su Escritura: El Libro de Joel fue escrito probablemente entre el 835 y el 800 a.C.
Propósito de la Escritura: Judá, la escena para el libro, es devastada por una gran horda de langostas. Esta invasión de langostas destruye todo – los campos de grano, los viñedos, los jardines y los árboles. Joel describe simbólicamente a las langostas como la marcha de un ejército humano, y ve todo esto como el juicio divino viniendo contra la nación por sus pecados. El libro se destaca por dos grandes eventos. Uno, es la invasión de langostas, y el otro, el derramamiento del Espíritu. El cumplimiento inicial de esto es citado por Pedro en Hechos 2, habiendo tenido lugar en Pentecostés.
Versos Clave: Joel 1:4, “Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado.”
Joel 2:25, “Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.”
Joel 2:28, “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.”
Breve Resumen: Una terrible plaga de langostas es seguida por una severa hambruna a través de la tierra. Joel usa estos acontecimientos como catalizador para enviar palabras de advertencia a Judá. A menos que la gente se arrepienta rápida y completamente, los ejércitos enemigos devorarán la tierra como lo hicieron los elementos naturales. Joel exhorta a todo el pueblo y a los sacerdotes de la tierra a ayunar y humillarse mientras buscan el perdón de Dios. Si ellos respondieren, habrá renovadas bendiciones materiales y espirituales para la nación. Pero el Día del Señor se acerca. En este tiempo, las temidas langostas, parecerán como mosquitos en comparación, mientras todas las naciones reciben Su juicio.
El tema principal del libro de Joel, es el Día del Señor, el Día de la ira y del juicio de Dios. Este es el Día en el cual Dios revela Sus atributos de ira, poder y santidad, y es un día terrible para Sus enemigos. En el primer capítulo, el Día del Señor es experimentado históricamente por la plaga de langostas sobre la tierra. Capítulo 2:1-17 es un capítulo transicional, en el cual Joel usa la metáfora de la plaga de langostas y la sequía para renovar un llamado al arrepentimiento. Los capítulos 2:18-3:21, describen el Día del Señor en términos escatológicos y responde el llamado al arrepentimiento, con profecías de restauración física (2:21-27), restauración espiritual (2:28-32), y restauración nacional (3:1-21).
Referencias Proféticas: Siempre que en el Antiguo Testamento se habla del juicio por el pecado, ya sea un pecado individual o nacional, se profetiza el advenimiento de Jesucristo. Los profetas del Antiguo Testamento, advierten continuamente a Israel que se arrepienta, pero aún cuando ellos lo hicieron, su arrepentimiento estaba limitado a la observancia de la ley y a las obras. Los sacrificios de su templo eran solo una sombra del último sacrificio, ofrecido una vez y para siempre, el cual vendría a la cruz (Hebreos 10:10). Joel nos dice que el último juicio de Dios, el cual sucederá en el Día del Señor, será “grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” (Joel 2:11). La respuesta es que nosotros, por nosotros mismos, nunca podremos soportar tal suceso. Pero si hemos puesto nuestra fe en Cristo para la expiación de nuestros pecados, no tenemos nada que temer del Día del Juicio.
Aplicación Práctica: Sin arrepentimiento, el juicio será duro, total y seguro. Nuestra confianza no debe estar en nuestras posesiones, sino en el Señor nuestro Dios. A veces, Dios puede usar la naturaleza, el dolor u otros sucesos comunes para acercarnos a Él. Pero en Su misericordia y gracia, Él ha provisto el plan definitivo para nuestra salvación –Jesucristo, siendo crucificado por nuestros pecados y cambiando nuestro pecado por Su perfecta justicia (2 Corintios 5:21). No hay tiempo que perder. El juicio de Dios vendrá de repente, como un ladrón en la noche (1 Tesalonicenses 5:2), y debemos estar preparados. Hoy es el día de salvación (2 Corintios 6:2). “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” (Isaías 55:6-7). Solo apropiándonos de la salvación de Dios, podremos escapar de Su ira en el Día del Señor.
Libro de Amós
Autor: Amós 1:1 identifica al autor del Libro de Amós como el Profeta Amós.
Fecha de su Escritura: El Libro de Amós fue escrito probablemente entre el 760 y el 753 a.C.
Propósito de la Escritura: Amós es un pastor y recolector de fruta de la aldea judía de Tecoa cuando Dios lo llama, aunque carece de educación o de un trasfondo sacerdotal. La misión de Amós estaba dirigida a su vecino del norte, Israel. Sus mensajes de impedir la condenación y cautividad para la nación por sus pecados, fueron impopulares y desatendidos en gran manera, porque desde los días de Salomón no habían habido tiempos tan prósperos para Israel. El ministerio de Amós tiene lugar durante el reinado de Jeroboam II sobre Israel, y Uzías reinaba sobre Judá.
Versos Clave: Amós 2:4 “Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres.”
Amós 3:7, “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.”
Amós 9:14, “Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.”
Breve Resumen: Amós puede ver bajo la externa prosperidad y el poder de Israel, internamente la nación está corrompida hasta la médula. Los pecados por los que Amos reprende al pueblo son extensos: abandono de la Palabra de Dios, idolatría, adoración pagana, avaricia, liderazgo corrupto y opresión del pobre. Amós comienza a pronunciar un juicio sobre todas las naciones que los rodean, luego sobre su propia nación de Judá, y finalmente el juicio más severo es dado a Israel. Sus visiones de Dios revelan el mismo mensaje enfático: el juicio está cerca. El libro termina con la promesa de Dios a Amós de la futura restauración del remanente.
Referencias Proféticas: El libro de Amós termina con una gloriosa promesa para el futuro. “Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo” (9:15) El cumplimiento definitivo de la promesa de la tierra de Dios a Abraham (Génesis 12:7; 15:7; 17:8) ocurrirá durante el reinado milenial de Cristo sobre la tierra (ver Joel 2:26,27). Apocalipsis 20 describe los mil años de reinado de Cristo sobre la tierra, un tiempo de paz y gozo bajo el perfecto gobierno del Salvador Mismo. En ese tiempo, el creyente Israel y los gentiles cristianos serán reunidos con la Iglesia y vivirán y reinarán con Cristo.
Aplicación Práctica: Algunas veces pensamos que somos un “solo un.” Somos solo un vendedor, granjero o ama de casa. Amós sería considerado un “solo un.” Él no era ni profeta, ni sacerdote ni el hijo de alguien. Él solo era un pastor, un pequeño comerciante en Judá. ¿Quién lo iba a escuchar? Pero en lugar de poner excusas, Amós obedeció y se convirtió en la poderosa voz de Dios para el cambio.
Dios ha usado a los “solo un,” tales como pastores, carpinteros y pescadores a través de la Biblia. Cualquier cosa que seas en esta vida, Dios puede utilizarte. Amós no era mucho. Él era un “solo un.” “Solo un” siervo de Dios. Es bueno ser “solo un” de Dios.
Autor: Amós 1:1 identifica al autor del Libro de Amós como el Profeta Amós.
Fecha de su Escritura: El Libro de Amós fue escrito probablemente entre el 760 y el 753 a.C.
Propósito de la Escritura: Amós es un pastor y recolector de fruta de la aldea judía de Tecoa cuando Dios lo llama, aunque carece de educación o de un trasfondo sacerdotal. La misión de Amós estaba dirigida a su vecino del norte, Israel. Sus mensajes de impedir la condenación y cautividad para la nación por sus pecados, fueron impopulares y desatendidos en gran manera, porque desde los días de Salomón no habían habido tiempos tan prósperos para Israel. El ministerio de Amós tiene lugar durante el reinado de Jeroboam II sobre Israel, y Uzías reinaba sobre Judá.
Versos Clave: Amós 2:4 “Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres.”
Amós 3:7, “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.”
Amós 9:14, “Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos.”
Breve Resumen: Amós puede ver bajo la externa prosperidad y el poder de Israel, internamente la nación está corrompida hasta la médula. Los pecados por los que Amos reprende al pueblo son extensos: abandono de la Palabra de Dios, idolatría, adoración pagana, avaricia, liderazgo corrupto y opresión del pobre. Amós comienza a pronunciar un juicio sobre todas las naciones que los rodean, luego sobre su propia nación de Judá, y finalmente el juicio más severo es dado a Israel. Sus visiones de Dios revelan el mismo mensaje enfático: el juicio está cerca. El libro termina con la promesa de Dios a Amós de la futura restauración del remanente.
Referencias Proféticas: El libro de Amós termina con una gloriosa promesa para el futuro. “Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo” (9:15) El cumplimiento definitivo de la promesa de la tierra de Dios a Abraham (Génesis 12:7; 15:7; 17:8) ocurrirá durante el reinado milenial de Cristo sobre la tierra (ver Joel 2:26,27). Apocalipsis 20 describe los mil años de reinado de Cristo sobre la tierra, un tiempo de paz y gozo bajo el perfecto gobierno del Salvador Mismo. En ese tiempo, el creyente Israel y los gentiles cristianos serán reunidos con la Iglesia y vivirán y reinarán con Cristo.
Aplicación Práctica: Algunas veces pensamos que somos un “solo un.” Somos solo un vendedor, granjero o ama de casa. Amós sería considerado un “solo un.” Él no era ni profeta, ni sacerdote ni el hijo de alguien. Él solo era un pastor, un pequeño comerciante en Judá. ¿Quién lo iba a escuchar? Pero en lugar de poner excusas, Amós obedeció y se convirtió en la poderosa voz de Dios para el cambio.
Dios ha usado a los “solo un,” tales como pastores, carpinteros y pescadores a través de la Biblia. Cualquier cosa que seas en esta vida, Dios puede utilizarte. Amós no era mucho. Él era un “solo un.” “Solo un” siervo de Dios. Es bueno ser “solo un” de Dios.