Isaias, Jeremias, Lamentaciones, Ezequiel.
Libro de Isaías
Autor: Isaías 1:1 identifica al autor del Libro de Isaías como el Profeta Isaías.
Fecha de su Escritura: El Libro de Isaías fue escrito entre el 701 y el 681 a.C.
Propósito de la Escritura: El Profeta Isaías fue primeramente llamado a profetizar al reino de Judá. Judá estaba había estado atravesando por tiempos de avivamiento y tiempos de rebelión. Judá había estado amenazado con destrucción por Asiria y Egipto, pero fue preservado por la misericordia de Dios. Isaías proclamó un mensaje de arrepentimiento del pecado y expectativas de esperanza en la liberación de Dios en el futuro.
Versos Clave: Isaías 6:8, “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.”
Isaías 7:14, “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
Isaías 9:6, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
Isaías 14:12-13, “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte.”
Isaías 53:5-6, “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Isaías 65:25, “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.”
Breve Resumen: El Libro de Isaías revela el juicio y la salvación de Dios. Dios es “santo, santo, santo.” (Isaías 6:3) y por tanto, Él no puede permitir que el pecado quede impune (Isaías 1:2; 2:11-20; 5:30; 34:1-2; 42:25). Isaías describe el juicio venidero de Dios como un “fuego consumidor” (Isaías 1:31; 30:33).
Al mismo tiempo, Isaías comprende que Dios es un Dios de misericordia, gracia y compasión (Isaías 5:25; 11:16; 14:1-2; 32:2; 40;3; 41:14-16). La nación de Israel (ambas Judá e Israel) están ciegos y sordos a los mandamientos de Dios (Isaías 6:9-10; 42:7). Judá es comparado con una viña que debe ser, y será pisoteada (Isaías 5:1-7). Solo por Su misericordia y Sus promesas a Israel, Dios no permitirá que Israel o Judá sean completamente destruidas. Él traerá sobre ambas restauración, perdón y sanidad (43:2; 43:16-19; 52:10.12).
Más que ningún otro libro en el Antiguo Testamento, Isaías se enfoca en la salvación que vendrá a través del Mesías. Un día, el Mesías regirá con justicia y juicio (Isaías 9:7; 32:1). El reinado del Mesías traerá paz y seguridad a Israel (Isaías 11:6-9). A través del Mesías, Israel será una luz para todas las naciones (Isaías 42:6; 55:4-5). El reino del Mesías en la tierra (Isaías capítulos 65-66) es la meta hacia la cual señala todo el Libro de Isaías. Es durante el reinado del Mesías que la justicia de Dios será totalmente revelada al mundo.
En una aparente paradoja, el Libro de Isaías también presenta al Mesías como uno que sufrirá. Isaías capítulo 53, describe vívidamente el sufrimiento del Mesías por el pecado. Es a través de Sus heridas que la sanidad es alcanzada. Es a través de Su sufrimiento que nuestras iniquidades son borradas. Esta aparente contradicción es resuelta en la Persona de Jesucristo. En Su primera venida, Jesús fue el siervo sufriente de Isaías capítulo 53. En Su segunda venida, Jesús será el Rey conquistador y soberano, el Príncipe de Paz (Isaías 9:6).
Referencias Proféticas: Como antes mencionamos, el capítulo 53 de Isaías describe la venida del Mesías y el sufrimiento que Él soportaría con el fin de pagar por nuestros pecados. En Su soberanía, Dios orquestó cada detalle de la crucifixión para cumplir cada profecía de este capítulo, así como otras profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. La imagen del capítulo 53 es conmovedora y profética y contiene un cuadro completo del Evangelio. Jesús fue despreciado y rechazado (v.3; Lucas 13:34; Juan 1:10-11), azotado por Dios (v.4; Mateo 27:46), y herido por nuestras rebeliones (v.5; Juan 19:34; 1 Pedro 2:24). Por medio de Su sufrimiento, Él pagó el castigo que nosotros merecíamos y se convirtió por nosotros en el último y perfecto sacrificio (v.5; Hebreos 10:10). Aunque Él fue sin pecado, Dios puso en Él nuestro pecado, y nosotros fuimos hechos justicia de Dios en Él (2 Corintios 5:21).
Aplicación Práctica: El Libro de Isaías nos presenta a nuestro Salvador con innegable detalle. Él es el único camino al cielo, el único medio para obtener la gracia de Dios, el único Camino, la única Verdad, y la única Vida (Juan 14:6; Hechos 4:12). Sabiendo el precio que Cristo pagó por nosotros, ¿cómo podríamos descuidar o rechazar “una salvación tan grande”? (Hebreos 2:3). Tenemos solo unos pocos, cortos años en la tierra para venir a Cristo y abrazar la salvación que solo Él ofrece. No hay una segunda oportunidad después de la muerte, y la eternidad en el infierno es un tiempo muy, muy largo.
¿Conoces a gente que declara ser creyente en Cristo y que son dos caras, que son hipócritas? Ese es tal vez el mejor resumen de cómo Isaías vio a la nación de Israel. Israel tenía una apariencia de rectitud, pero solo era una fachada. En el Libro de Isaías, el Profeta Isaías, desafía a Israel a obedecer a Dios con todo su corazón, no solo en el exterior. El deseo de Isaías era que aquellos que oyeran y leyeran sus palabras fueran convencidos de volverse de su maldad e ir a Dios para el perdón y la sanidad.
Autor: Isaías 1:1 identifica al autor del Libro de Isaías como el Profeta Isaías.
Fecha de su Escritura: El Libro de Isaías fue escrito entre el 701 y el 681 a.C.
Propósito de la Escritura: El Profeta Isaías fue primeramente llamado a profetizar al reino de Judá. Judá estaba había estado atravesando por tiempos de avivamiento y tiempos de rebelión. Judá había estado amenazado con destrucción por Asiria y Egipto, pero fue preservado por la misericordia de Dios. Isaías proclamó un mensaje de arrepentimiento del pecado y expectativas de esperanza en la liberación de Dios en el futuro.
Versos Clave: Isaías 6:8, “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.”
Isaías 7:14, “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
Isaías 9:6, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
Isaías 14:12-13, “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte.”
Isaías 53:5-6, “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”
Isaías 65:25, “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.”
Breve Resumen: El Libro de Isaías revela el juicio y la salvación de Dios. Dios es “santo, santo, santo.” (Isaías 6:3) y por tanto, Él no puede permitir que el pecado quede impune (Isaías 1:2; 2:11-20; 5:30; 34:1-2; 42:25). Isaías describe el juicio venidero de Dios como un “fuego consumidor” (Isaías 1:31; 30:33).
Al mismo tiempo, Isaías comprende que Dios es un Dios de misericordia, gracia y compasión (Isaías 5:25; 11:16; 14:1-2; 32:2; 40;3; 41:14-16). La nación de Israel (ambas Judá e Israel) están ciegos y sordos a los mandamientos de Dios (Isaías 6:9-10; 42:7). Judá es comparado con una viña que debe ser, y será pisoteada (Isaías 5:1-7). Solo por Su misericordia y Sus promesas a Israel, Dios no permitirá que Israel o Judá sean completamente destruidas. Él traerá sobre ambas restauración, perdón y sanidad (43:2; 43:16-19; 52:10.12).
Más que ningún otro libro en el Antiguo Testamento, Isaías se enfoca en la salvación que vendrá a través del Mesías. Un día, el Mesías regirá con justicia y juicio (Isaías 9:7; 32:1). El reinado del Mesías traerá paz y seguridad a Israel (Isaías 11:6-9). A través del Mesías, Israel será una luz para todas las naciones (Isaías 42:6; 55:4-5). El reino del Mesías en la tierra (Isaías capítulos 65-66) es la meta hacia la cual señala todo el Libro de Isaías. Es durante el reinado del Mesías que la justicia de Dios será totalmente revelada al mundo.
En una aparente paradoja, el Libro de Isaías también presenta al Mesías como uno que sufrirá. Isaías capítulo 53, describe vívidamente el sufrimiento del Mesías por el pecado. Es a través de Sus heridas que la sanidad es alcanzada. Es a través de Su sufrimiento que nuestras iniquidades son borradas. Esta aparente contradicción es resuelta en la Persona de Jesucristo. En Su primera venida, Jesús fue el siervo sufriente de Isaías capítulo 53. En Su segunda venida, Jesús será el Rey conquistador y soberano, el Príncipe de Paz (Isaías 9:6).
Referencias Proféticas: Como antes mencionamos, el capítulo 53 de Isaías describe la venida del Mesías y el sufrimiento que Él soportaría con el fin de pagar por nuestros pecados. En Su soberanía, Dios orquestó cada detalle de la crucifixión para cumplir cada profecía de este capítulo, así como otras profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. La imagen del capítulo 53 es conmovedora y profética y contiene un cuadro completo del Evangelio. Jesús fue despreciado y rechazado (v.3; Lucas 13:34; Juan 1:10-11), azotado por Dios (v.4; Mateo 27:46), y herido por nuestras rebeliones (v.5; Juan 19:34; 1 Pedro 2:24). Por medio de Su sufrimiento, Él pagó el castigo que nosotros merecíamos y se convirtió por nosotros en el último y perfecto sacrificio (v.5; Hebreos 10:10). Aunque Él fue sin pecado, Dios puso en Él nuestro pecado, y nosotros fuimos hechos justicia de Dios en Él (2 Corintios 5:21).
Aplicación Práctica: El Libro de Isaías nos presenta a nuestro Salvador con innegable detalle. Él es el único camino al cielo, el único medio para obtener la gracia de Dios, el único Camino, la única Verdad, y la única Vida (Juan 14:6; Hechos 4:12). Sabiendo el precio que Cristo pagó por nosotros, ¿cómo podríamos descuidar o rechazar “una salvación tan grande”? (Hebreos 2:3). Tenemos solo unos pocos, cortos años en la tierra para venir a Cristo y abrazar la salvación que solo Él ofrece. No hay una segunda oportunidad después de la muerte, y la eternidad en el infierno es un tiempo muy, muy largo.
¿Conoces a gente que declara ser creyente en Cristo y que son dos caras, que son hipócritas? Ese es tal vez el mejor resumen de cómo Isaías vio a la nación de Israel. Israel tenía una apariencia de rectitud, pero solo era una fachada. En el Libro de Isaías, el Profeta Isaías, desafía a Israel a obedecer a Dios con todo su corazón, no solo en el exterior. El deseo de Isaías era que aquellos que oyeran y leyeran sus palabras fueran convencidos de volverse de su maldad e ir a Dios para el perdón y la sanidad.
Libro de Jeremías
Autor: Jeremías capítulo 1, verso 1 identifica al Profeta Jeremías como el autor del Libro de Jeremías.
Fecha de su Escritura: El Libro de Jeremías fue escrito entre el 630 y el 580 a.C.
Propósito de la Escritura: El Libro de Jeremías registra las profecías finales a Judá, advirtiéndoles de la destrucción por venir, sin la nación no se arrepiente. Jeremías hace un llamado a la nación para volverse a Dios. Al mismo tiempo, Jeremías reconoce la inevitable destrucción de Judá, debido a su no arrepentida idolatría e inmoralidad.
Versos Clave: Jeremías 1:5, “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.”
Jeremías 17:9, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
Jeremías 29:10-11, “Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Jeremías 52:12-13, “Y en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo edificio grande.”
Breve Resumen: El Libro de Jeremías es primeramente un mensaje de juicio sobre Judá por la creciente idolatría (Jeremías 7:30-34; 16:10-13; 22:9; 32:29; 44:2-3). Después de la muerte del Rey Josías, el último rey justo, la nación de Judá había abandonado casi completamente a Dios y Sus mandamientos. Jeremías compara a Judá con una prostituta (Jeremías 2:20; 3:1-3). Dios había prometido que Él juzgaría la idolatría de la forma más severa (Levíticos 26:31-33, Deuteronomio 28:49-68), y Jeremías estaba advirtiendo a Judá que el juicio de Dios estaba a la puerta. Dios había librado a Judá de la destrucción en incontables ocasiones, pero Su misericordia había llegado a su fin. Jeremías describe al rey Nabucodonosor conquistando y sojuzgado a Judá bajo su dominio (Jeremías 24:1). Después de una rebelión posterior, Dios trajo a Nabucodonosor, y el ejército babilonio regresó para destruir y desolar a Judá y Jerusalén (Jeremías capítulo 52). Aún en medio de este severísimo juicio, Dios promete restauración a Judá cuando regrese a la tierra que Dios les había dado (Jeremías 29:10).
Referencias Proféticas: Jeremías 23:5-6 presenta una profecía de la venida del Mesías, Jesucristo. El profeta Lo describe como un Renuevo de la casa de David (v.5; Mateo 1), el Rey que reinaría en sabiduría y justicia (v.5, Apocalipsis 11:15). Es Cristo, quien finalmente será reconocido por Israel como su Mesías verdadero, como el que proporcionará la salvación para Sus escogidos.(v.6; Romanos 11:26)
Aplicación Práctica: El Profeta Jeremías tuvo un mensaje muy difícil de entregar. Jeremías amaba a Judá, pero él amaba mucho más a Dios. Tan doloroso como fue para Jeremías entregar un mensaje consistente en el juicio a su propio pueblo, Jeremías fue obediente a lo que Dios le dijo que hiciera y dijera. Jeremías esperaba y oraba por misericordia de Dios para con Judá, pero también confiaba en que Dios era bueno, justo y recto. Nosotros también debemos obedecer a Dios, aún cuando sea difícil, reconocer la voluntad de Dios es más importante que nuestros propios deseos, y confiar en que Dios, en Su infinita sabiduría y perfecto plan, procurará lo mejor para Sus hijos (Romanos 8:28).
Autor: Jeremías capítulo 1, verso 1 identifica al Profeta Jeremías como el autor del Libro de Jeremías.
Fecha de su Escritura: El Libro de Jeremías fue escrito entre el 630 y el 580 a.C.
Propósito de la Escritura: El Libro de Jeremías registra las profecías finales a Judá, advirtiéndoles de la destrucción por venir, sin la nación no se arrepiente. Jeremías hace un llamado a la nación para volverse a Dios. Al mismo tiempo, Jeremías reconoce la inevitable destrucción de Judá, debido a su no arrepentida idolatría e inmoralidad.
Versos Clave: Jeremías 1:5, “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.”
Jeremías 17:9, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”
Jeremías 29:10-11, “Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Jeremías 52:12-13, “Y en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la guardia, que solía estar delante del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo edificio grande.”
Breve Resumen: El Libro de Jeremías es primeramente un mensaje de juicio sobre Judá por la creciente idolatría (Jeremías 7:30-34; 16:10-13; 22:9; 32:29; 44:2-3). Después de la muerte del Rey Josías, el último rey justo, la nación de Judá había abandonado casi completamente a Dios y Sus mandamientos. Jeremías compara a Judá con una prostituta (Jeremías 2:20; 3:1-3). Dios había prometido que Él juzgaría la idolatría de la forma más severa (Levíticos 26:31-33, Deuteronomio 28:49-68), y Jeremías estaba advirtiendo a Judá que el juicio de Dios estaba a la puerta. Dios había librado a Judá de la destrucción en incontables ocasiones, pero Su misericordia había llegado a su fin. Jeremías describe al rey Nabucodonosor conquistando y sojuzgado a Judá bajo su dominio (Jeremías 24:1). Después de una rebelión posterior, Dios trajo a Nabucodonosor, y el ejército babilonio regresó para destruir y desolar a Judá y Jerusalén (Jeremías capítulo 52). Aún en medio de este severísimo juicio, Dios promete restauración a Judá cuando regrese a la tierra que Dios les había dado (Jeremías 29:10).
Referencias Proféticas: Jeremías 23:5-6 presenta una profecía de la venida del Mesías, Jesucristo. El profeta Lo describe como un Renuevo de la casa de David (v.5; Mateo 1), el Rey que reinaría en sabiduría y justicia (v.5, Apocalipsis 11:15). Es Cristo, quien finalmente será reconocido por Israel como su Mesías verdadero, como el que proporcionará la salvación para Sus escogidos.(v.6; Romanos 11:26)
Aplicación Práctica: El Profeta Jeremías tuvo un mensaje muy difícil de entregar. Jeremías amaba a Judá, pero él amaba mucho más a Dios. Tan doloroso como fue para Jeremías entregar un mensaje consistente en el juicio a su propio pueblo, Jeremías fue obediente a lo que Dios le dijo que hiciera y dijera. Jeremías esperaba y oraba por misericordia de Dios para con Judá, pero también confiaba en que Dios era bueno, justo y recto. Nosotros también debemos obedecer a Dios, aún cuando sea difícil, reconocer la voluntad de Dios es más importante que nuestros propios deseos, y confiar en que Dios, en Su infinita sabiduría y perfecto plan, procurará lo mejor para Sus hijos (Romanos 8:28).
Libro de Lamentaciones
Autor: El Libro de Lamentaciones no identifica explícitamente a su autor. La tradición es que el Profeta Jeremías fue quien escribió Lamentaciones. Esta opinión es muy probable, considerando que el autor fue un testigo de la destrucción de Jerusalén por los babilonios. Jeremías se ajusta a esta descripción (2 Crónicas 35:25; 36:21-22).
Fecha de su Escritura: El Libro de Lamentaciones fue escrito probablemente entre el 586 y el 575 a.C., durante o poco después de la caída de Jerusalén.
Propósito de la Escritura: Como resultado de la continua y no arrepentida idolatría de Judá, Dios permitió a los babilonios asediaran, despojaran, quemaran y destruyeran la ciudad de Jerusalén. El templo de Salomón, que había permanecido por 400 años aproximadamente, fue quemado hasta sus cimientos. El Profeta Jeremías, un testigo ocular de estos eventos, escribió el Libro de Lamentaciones, como un lamento por lo que ocurrió a Judá y Jerusalén.
Versos Clave: Lamentaciones 2:17, “Jehová ha hecho lo que tenía determinado; Ha cumplido su palabra, la cual él había mandado desde tiempo antiguo. Destruyó, y no perdonó; Y ha hecho que el enemigo se alegre sobre ti, Y enalteció el poder de tus adversarios.”
Lamentaciones 3:22-23, “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”
Lamentaciones 5:19-22, “Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono de generación en generación. ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros, Y nos abandonas tan largo tiempo? Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio. Porque nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.”
Breve Resumen: El Libro de Lamentaciones está dividido en cinco capítulos. Cada capítulo representa un poema separado. En el original hebreo, los versos son acrósticos, los cuales inician cada verso con una letra sucesiva del alfabeto hebreo. En el Libro de Lamentaciones, el Profeta Jeremías comprende que los babilonios fueron la herramienta de Dios para traer juicio sobre Jerusalén (Lamentaciones 1:12-15; 2:1-8; 4:11). Lamentaciones deja en claro que el pecado y la rebelión fueron las causas de que la ira de Dios fuera derramada (1:8-9: 4:13; 5:16). Lamentar es lo apropiado en tiempos de angustia, pero pronto deberá dar paso a la contrición y al arrepentimiento (Lamentaciones 3:40-42; 5:21-22).
Referencias Proféticas: Jeremías fue conocido como “el profeta llorón” por su profunda y permanente pasión por su pueblo y su ciudad (Lamentaciones 3:48-49). Este mismo dolor por los pecados del pueblo y su rechazo de Dios, fue expresado por Jesús, mientras se aproximaba a Jerusalén y veía a futuro su destrucción a manos de los romanos (Lucas 19:41-44). A causa del rechazo de los judíos a su Mesías, Dios usó el asedio romano para castigar a Su pueblo. Pero Dios no disfruta el tener que castigar a Sus hijos y Su oferta de Jesucristo como una expiación por el pecado, muestra Su gran compasión por su pueblo. Un día, por Cristo, Dios secará todas las lágrimas (Apocalipsis 7:17).
Aplicación Práctica: Aún en un terrible juicio, Dios es un Dios de esperanza (Lamentaciones 3:24-25). No importa cuánto nos hayamos alejado de Él, tenemos la esperanza de que podemos regresar a Él y encontrar Su compasión y perdón (1 Juan 1:9). Nuestro Dios es un Dios amoroso (Lamentaciones 3:22), y por Su gran amor y compasión, Él envió a Su Hijo, para que no perezcamos en nuestros pecados, sino que podamos vivir eternamente con Él (Juan 3:16). La fidelidad (Lamentaciones 3:23) y salvación de Dios (Lamentaciones 3:26), son atributos que nos dan gran esperanza y consuelo. Él no es un dios indiferente y caprichoso, sino un Dios que salvará a aquellos que acudan a Él, admitan que no pueden hacer nada para ganar Su favor, y apelen a la misericordia del Señor, para que no seamos consumidos (Lamentaciones 3:22).
Autor: El Libro de Lamentaciones no identifica explícitamente a su autor. La tradición es que el Profeta Jeremías fue quien escribió Lamentaciones. Esta opinión es muy probable, considerando que el autor fue un testigo de la destrucción de Jerusalén por los babilonios. Jeremías se ajusta a esta descripción (2 Crónicas 35:25; 36:21-22).
Fecha de su Escritura: El Libro de Lamentaciones fue escrito probablemente entre el 586 y el 575 a.C., durante o poco después de la caída de Jerusalén.
Propósito de la Escritura: Como resultado de la continua y no arrepentida idolatría de Judá, Dios permitió a los babilonios asediaran, despojaran, quemaran y destruyeran la ciudad de Jerusalén. El templo de Salomón, que había permanecido por 400 años aproximadamente, fue quemado hasta sus cimientos. El Profeta Jeremías, un testigo ocular de estos eventos, escribió el Libro de Lamentaciones, como un lamento por lo que ocurrió a Judá y Jerusalén.
Versos Clave: Lamentaciones 2:17, “Jehová ha hecho lo que tenía determinado; Ha cumplido su palabra, la cual él había mandado desde tiempo antiguo. Destruyó, y no perdonó; Y ha hecho que el enemigo se alegre sobre ti, Y enalteció el poder de tus adversarios.”
Lamentaciones 3:22-23, “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”
Lamentaciones 5:19-22, “Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono de generación en generación. ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros, Y nos abandonas tan largo tiempo? Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio. Porque nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.”
Breve Resumen: El Libro de Lamentaciones está dividido en cinco capítulos. Cada capítulo representa un poema separado. En el original hebreo, los versos son acrósticos, los cuales inician cada verso con una letra sucesiva del alfabeto hebreo. En el Libro de Lamentaciones, el Profeta Jeremías comprende que los babilonios fueron la herramienta de Dios para traer juicio sobre Jerusalén (Lamentaciones 1:12-15; 2:1-8; 4:11). Lamentaciones deja en claro que el pecado y la rebelión fueron las causas de que la ira de Dios fuera derramada (1:8-9: 4:13; 5:16). Lamentar es lo apropiado en tiempos de angustia, pero pronto deberá dar paso a la contrición y al arrepentimiento (Lamentaciones 3:40-42; 5:21-22).
Referencias Proféticas: Jeremías fue conocido como “el profeta llorón” por su profunda y permanente pasión por su pueblo y su ciudad (Lamentaciones 3:48-49). Este mismo dolor por los pecados del pueblo y su rechazo de Dios, fue expresado por Jesús, mientras se aproximaba a Jerusalén y veía a futuro su destrucción a manos de los romanos (Lucas 19:41-44). A causa del rechazo de los judíos a su Mesías, Dios usó el asedio romano para castigar a Su pueblo. Pero Dios no disfruta el tener que castigar a Sus hijos y Su oferta de Jesucristo como una expiación por el pecado, muestra Su gran compasión por su pueblo. Un día, por Cristo, Dios secará todas las lágrimas (Apocalipsis 7:17).
Aplicación Práctica: Aún en un terrible juicio, Dios es un Dios de esperanza (Lamentaciones 3:24-25). No importa cuánto nos hayamos alejado de Él, tenemos la esperanza de que podemos regresar a Él y encontrar Su compasión y perdón (1 Juan 1:9). Nuestro Dios es un Dios amoroso (Lamentaciones 3:22), y por Su gran amor y compasión, Él envió a Su Hijo, para que no perezcamos en nuestros pecados, sino que podamos vivir eternamente con Él (Juan 3:16). La fidelidad (Lamentaciones 3:23) y salvación de Dios (Lamentaciones 3:26), son atributos que nos dan gran esperanza y consuelo. Él no es un dios indiferente y caprichoso, sino un Dios que salvará a aquellos que acudan a Él, admitan que no pueden hacer nada para ganar Su favor, y apelen a la misericordia del Señor, para que no seamos consumidos (Lamentaciones 3:22).
Libro de Ezequiel
Autor: El Profeta Ezequiel es el autor del Libro (Ezequiel 1:3) Él fue un contemporáneo tanto de Jeremías como de Daniel.
Fecha de su Escritura: El Libro de Ezequiel fue escrito probablemente entre el 593 y el 565 a.C.
Propósito de la Escritura: Ezequiel ministró a su generación que estaba sumergida en el pecado y la desesperanza. Por medio de su ministerio profético, él intentó llevarlos al arrepentimiento inmediato y a confiar en el distante futuro. Él pensaba que: (1) Dios trabaja a través de mensajeros humanos; (2) Aún en la derrota y desesperación, el pueblo de Dios necesita afirmar la soberanía de Dios; (3) La Palabra de Dios nunca falla; (4) Dios está presente y puede ser adorado en cualquier parte; (5) La gente debe obedecer a Dios si espera recibir bendiciones; y (6) El Reino de Dios vendrá.
Versos Clave: Ezequiel 2:3-6, “Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.”
Ezequiel 18:4, “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.”
Ezequiel 28:12-14, “Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.”
Ezequiel 33:11, “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”
Ezequiel 48:35, “Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama.” [EL SEÑOR ESTÁ AHÍ]
Breve Resumen: ¿Cómo puedes enfrentarte a un mundo extraviado? Ezequiel, destinado a comenzar el ministerio de su vida como sacerdote a la edad de treinta años, fue sacado de su país y llevado a Babilonia a la edad de veinticinco años. Por cinco años se debatía en la desesperación. A los treinta años una visión majestuosa de la gloria de Yahvé cautivó su ser en Babilonia. El sacerdote/profeta descubrió que Dios no estaba confinado a las severas restricciones de su tierra natal. Él se dio cuenta de que personalmente, no contaba con nada para ayudar a los cautivos en su amarga situación, pero estaba convencido de que la Palabra de Dios les hablaba sobre su condición y podía darles la victoria en ella. Ezequiel utilizó varios métodos para comunicar la Palabra de Dios a su pueblo. Utilizó el arte, al dibujar una representación de Jerusalén; acciones simbólicas y conductas inusuales para asegurarse la atención de la gente. Se cortó el pelo y la barba, para demostrarles lo que Dios le haría a Jerusalén y a sus habitantes.
El Libro de Ezequiel puede ser dividido en cuatro secciones:
Capítulo 1.24; profecías sobre al ruina de Jerusalén
Capítulos 25-32: profecías sobre el juicio de Dios sobre las naciones vecinas
Capítulo 33: una última llamada a Israel para el arrepentimiento
Capítulos 34.48; profecías concernientes a la futura restauración de Israel.
Referencias Proféticas: Ezequiel 34 es el capítulo donde Dios denuncia a los líderes de Israel como falsos pastores, por su poco cuidado a Su pueblo. En lugar de apacentar a las ovejas de Israel, ellos se preocupaban por ellos mismos. Ellos comían bien, estaban bien vestidos y bien atendidos por el mismo pueblo sobre el que ellos habían sido puestos para cuidar (Ezequiel 34:1-3). En contraste, Jesús es el Buen Pastor quien da Su vida por las ovejas, y quien las protege de los lobos que destruirían al rebaño (Juan 10:11-12). El verso 4 del capítulo 34 describe al pueblo cuyos pastores fracasaron en ministrar a las ovejas débiles, enfermas, heridas y perdidas. Jesús es el Gran Médico quien sana nuestras heridas espirituales (Isaías 53:5) por Su muerte en la cruz. Él es quien busca y salva a lo que se había perdido (Lucas 19:10).
Aplicación Práctica: El Libro de Ezequiel nos llama a unirnos en un encuentro fresco y vivo con el Dios de Abraham, Moisés y los profetas. Debemos ser vencedores, o seremos vencidos. Ezequiel nos reta a: experimentar una visión del poder, conocimiento, eterna presencia y santidad de Dios que cambie nuestra vida; a dejar que Dios nos dirija; a comprender la profundidad y el compromiso con el mal que se aloja en cada corazón humano; a reconocer que Dios hace responsables a Sus siervos de advertir a los hombres malvados sobre el peligro en que se encuentran; a experimentar una relación viva con Jesucristo, quien dijo que el nuevo pacto se encuentra en Su sangre.
Autor: El Profeta Ezequiel es el autor del Libro (Ezequiel 1:3) Él fue un contemporáneo tanto de Jeremías como de Daniel.
Fecha de su Escritura: El Libro de Ezequiel fue escrito probablemente entre el 593 y el 565 a.C.
Propósito de la Escritura: Ezequiel ministró a su generación que estaba sumergida en el pecado y la desesperanza. Por medio de su ministerio profético, él intentó llevarlos al arrepentimiento inmediato y a confiar en el distante futuro. Él pensaba que: (1) Dios trabaja a través de mensajeros humanos; (2) Aún en la derrota y desesperación, el pueblo de Dios necesita afirmar la soberanía de Dios; (3) La Palabra de Dios nunca falla; (4) Dios está presente y puede ser adorado en cualquier parte; (5) La gente debe obedecer a Dios si espera recibir bendiciones; y (6) El Reino de Dios vendrá.
Versos Clave: Ezequiel 2:3-6, “Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.”
Ezequiel 18:4, “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.”
Ezequiel 28:12-14, “Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.”
Ezequiel 33:11, “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”
Ezequiel 48:35, “Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama.” [EL SEÑOR ESTÁ AHÍ]
Breve Resumen: ¿Cómo puedes enfrentarte a un mundo extraviado? Ezequiel, destinado a comenzar el ministerio de su vida como sacerdote a la edad de treinta años, fue sacado de su país y llevado a Babilonia a la edad de veinticinco años. Por cinco años se debatía en la desesperación. A los treinta años una visión majestuosa de la gloria de Yahvé cautivó su ser en Babilonia. El sacerdote/profeta descubrió que Dios no estaba confinado a las severas restricciones de su tierra natal. Él se dio cuenta de que personalmente, no contaba con nada para ayudar a los cautivos en su amarga situación, pero estaba convencido de que la Palabra de Dios les hablaba sobre su condición y podía darles la victoria en ella. Ezequiel utilizó varios métodos para comunicar la Palabra de Dios a su pueblo. Utilizó el arte, al dibujar una representación de Jerusalén; acciones simbólicas y conductas inusuales para asegurarse la atención de la gente. Se cortó el pelo y la barba, para demostrarles lo que Dios le haría a Jerusalén y a sus habitantes.
El Libro de Ezequiel puede ser dividido en cuatro secciones:
Capítulo 1.24; profecías sobre al ruina de Jerusalén
Capítulos 25-32: profecías sobre el juicio de Dios sobre las naciones vecinas
Capítulo 33: una última llamada a Israel para el arrepentimiento
Capítulos 34.48; profecías concernientes a la futura restauración de Israel.
Referencias Proféticas: Ezequiel 34 es el capítulo donde Dios denuncia a los líderes de Israel como falsos pastores, por su poco cuidado a Su pueblo. En lugar de apacentar a las ovejas de Israel, ellos se preocupaban por ellos mismos. Ellos comían bien, estaban bien vestidos y bien atendidos por el mismo pueblo sobre el que ellos habían sido puestos para cuidar (Ezequiel 34:1-3). En contraste, Jesús es el Buen Pastor quien da Su vida por las ovejas, y quien las protege de los lobos que destruirían al rebaño (Juan 10:11-12). El verso 4 del capítulo 34 describe al pueblo cuyos pastores fracasaron en ministrar a las ovejas débiles, enfermas, heridas y perdidas. Jesús es el Gran Médico quien sana nuestras heridas espirituales (Isaías 53:5) por Su muerte en la cruz. Él es quien busca y salva a lo que se había perdido (Lucas 19:10).
Aplicación Práctica: El Libro de Ezequiel nos llama a unirnos en un encuentro fresco y vivo con el Dios de Abraham, Moisés y los profetas. Debemos ser vencedores, o seremos vencidos. Ezequiel nos reta a: experimentar una visión del poder, conocimiento, eterna presencia y santidad de Dios que cambie nuestra vida; a dejar que Dios nos dirija; a comprender la profundidad y el compromiso con el mal que se aloja en cada corazón humano; a reconocer que Dios hace responsables a Sus siervos de advertir a los hombres malvados sobre el peligro en que se encuentran; a experimentar una relación viva con Jesucristo, quien dijo que el nuevo pacto se encuentra en Su sangre.