Tito, Filemon, Hebreos, Santiago.
Carta de Tito
Autor: Tito 1:1 identifica al apóstol Pablo como el autor de la carta de Tito.
Fecha de su Escritura: La epístola de Tito fue escrita aproximadamente en el 66 d.C. Los múltiples viajes de Pablo están bien documentados, y muestran que él escribió Tito desde Nicópolis en Epiro. En algunas Biblias, la anotación sobre la epístola puede mencionar que Pablo escribió desde Nicópolis en Macedonia. Sin embargo, no hay conocimiento de tal lugar, y tales afirmaciones no tienen autoridad por no ser auténticas.
Propósito de la Escritura: La epístola de Tito es conocida como una de las Epístolas Pastorales, semejantes a las dos cartas a Timoteo. Esta epístola fue escrita por el apóstol Pablo para animar a su hermano en la fe, Tito, a quien había dejado en Creta para dirigir la iglesia que Pablo había establecido en uno de sus viajes misioneros (Tito 1:5). Esta carta aconseja a Tito respecto a las cualidades que debían buscarse en los líderes para la iglesia. También le advierte a Tito sobre la reputación de aquellos que vivían en la isla de Creta (Tito 1:12).
Además de instruir a Tito en lo que debía buscar en un líder de la iglesia, Pablo también lo anima a regresar a Nicópolis para visitarlo. En otra palabras, Pablo continuaba discipulando a Tito y a otros, mientras crecían en la gracia del Señor (Tito 3:13).
Versos Clave: Tito 1:5, “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé.”
Tito 1:16, “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.”
Tito 2:15, “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.”
Tito 3:3-6, “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador.”
Breve Resumen: Que maravilloso debe haber sido cuando Tito recibió una carta de su tutor, el apóstol Pablo. Pablo era un hombre muy honrado por muchos, y con razón, después de haber establecido varias iglesias en todo el mundo oriental. Esta famosa introducción del apóstol debió haber sido leída por Tito, “A Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador.” (Tito 1:4).
La isla de Creta, donde Pablo dejó a Tito para dirigir la iglesia, estaba habitada por nativos de la isla y judíos quienes no conocían la verdad de Jesucristo (Tito 1:12-14). Pablo sintió que era su responsabilidad seguir discipulando a Tito para instruirlo y alentarlo en el desarrollo de líderes dentro de la iglesia en Creta. Mientras que el apóstol dirigía a Tito en su búsqueda de líderes, Pablo también sugirió la manera en que Tito debía instruir a los líderes, a fin de que pudieran crecer en su fe en Cristo. Sus instrucciones incluían aquellas destinadas tanto para hombres como para mujeres de todas las edades (Tito 2:1-8).
Para ayudar a que Tito permaneciera en su fe en Cristo, Pablo le sugirió venir a Nicópolis y traer con él a otros dos miembros de la iglesia (Tito 3:12-13).
Conexiones: Una vez más, Pablo encuentra necesario instruir a los líderes de la iglesia para que estuvieran alertas en contra de los judaizantes, aquellos que buscaban añadir las obras al regalo de gracia que produce la salvación. Él le advierte en contra de aquellos que eran engañadores rebeldes, especialmente aquellos que continuaban asegurando que aún era necesaria la circuncisión y la adherencia a los rituales y ceremonias de la Ley Mosaica (Tito 1:10-11). Este es un tema recurrente a través de las epístolas de Pablo y en el libro de Tito, él va más allá hasta decir que era preciso taparles la boca.
Aplicación Práctica: El apóstol Pablo merece nuestra atención mientras buscamos en la Biblia la enseñanza de cómo vivir una vida agradando a nuestro Señor. Podemos aprender lo que debemos evitar así como a quién debemos luchar por imitar. Pablo sugiere que busquemos ser puros, mientras evitamos las cosas que corromperán nuestra mente y conciencia. Y posteriormente Pablo hace una declaración que nunca debe ser olvidada: “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.” (Tito 1:16). Como cristianos, debemos examinarnos a nosotros mismos para estar seguros de que nuestras vidas estén de acuerdo con nuestra profesión de fe en Cristo (2 Corintios 13:5).
Junto con esta advertencia, Pablo también nos dice cómo evitar negar a Dios: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador.” (Tito 3:5-6). Al buscar diariamente renovar nuestra mente por el Espíritu Santo, podemos desarrollarnos como cristianos que honran a Dios por la forma en que vivimos.
Autor: Tito 1:1 identifica al apóstol Pablo como el autor de la carta de Tito.
Fecha de su Escritura: La epístola de Tito fue escrita aproximadamente en el 66 d.C. Los múltiples viajes de Pablo están bien documentados, y muestran que él escribió Tito desde Nicópolis en Epiro. En algunas Biblias, la anotación sobre la epístola puede mencionar que Pablo escribió desde Nicópolis en Macedonia. Sin embargo, no hay conocimiento de tal lugar, y tales afirmaciones no tienen autoridad por no ser auténticas.
Propósito de la Escritura: La epístola de Tito es conocida como una de las Epístolas Pastorales, semejantes a las dos cartas a Timoteo. Esta epístola fue escrita por el apóstol Pablo para animar a su hermano en la fe, Tito, a quien había dejado en Creta para dirigir la iglesia que Pablo había establecido en uno de sus viajes misioneros (Tito 1:5). Esta carta aconseja a Tito respecto a las cualidades que debían buscarse en los líderes para la iglesia. También le advierte a Tito sobre la reputación de aquellos que vivían en la isla de Creta (Tito 1:12).
Además de instruir a Tito en lo que debía buscar en un líder de la iglesia, Pablo también lo anima a regresar a Nicópolis para visitarlo. En otra palabras, Pablo continuaba discipulando a Tito y a otros, mientras crecían en la gracia del Señor (Tito 3:13).
Versos Clave: Tito 1:5, “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé.”
Tito 1:16, “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.”
Tito 2:15, “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.”
Tito 3:3-6, “Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador.”
Breve Resumen: Que maravilloso debe haber sido cuando Tito recibió una carta de su tutor, el apóstol Pablo. Pablo era un hombre muy honrado por muchos, y con razón, después de haber establecido varias iglesias en todo el mundo oriental. Esta famosa introducción del apóstol debió haber sido leída por Tito, “A Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador.” (Tito 1:4).
La isla de Creta, donde Pablo dejó a Tito para dirigir la iglesia, estaba habitada por nativos de la isla y judíos quienes no conocían la verdad de Jesucristo (Tito 1:12-14). Pablo sintió que era su responsabilidad seguir discipulando a Tito para instruirlo y alentarlo en el desarrollo de líderes dentro de la iglesia en Creta. Mientras que el apóstol dirigía a Tito en su búsqueda de líderes, Pablo también sugirió la manera en que Tito debía instruir a los líderes, a fin de que pudieran crecer en su fe en Cristo. Sus instrucciones incluían aquellas destinadas tanto para hombres como para mujeres de todas las edades (Tito 2:1-8).
Para ayudar a que Tito permaneciera en su fe en Cristo, Pablo le sugirió venir a Nicópolis y traer con él a otros dos miembros de la iglesia (Tito 3:12-13).
Conexiones: Una vez más, Pablo encuentra necesario instruir a los líderes de la iglesia para que estuvieran alertas en contra de los judaizantes, aquellos que buscaban añadir las obras al regalo de gracia que produce la salvación. Él le advierte en contra de aquellos que eran engañadores rebeldes, especialmente aquellos que continuaban asegurando que aún era necesaria la circuncisión y la adherencia a los rituales y ceremonias de la Ley Mosaica (Tito 1:10-11). Este es un tema recurrente a través de las epístolas de Pablo y en el libro de Tito, él va más allá hasta decir que era preciso taparles la boca.
Aplicación Práctica: El apóstol Pablo merece nuestra atención mientras buscamos en la Biblia la enseñanza de cómo vivir una vida agradando a nuestro Señor. Podemos aprender lo que debemos evitar así como a quién debemos luchar por imitar. Pablo sugiere que busquemos ser puros, mientras evitamos las cosas que corromperán nuestra mente y conciencia. Y posteriormente Pablo hace una declaración que nunca debe ser olvidada: “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.” (Tito 1:16). Como cristianos, debemos examinarnos a nosotros mismos para estar seguros de que nuestras vidas estén de acuerdo con nuestra profesión de fe en Cristo (2 Corintios 13:5).
Junto con esta advertencia, Pablo también nos dice cómo evitar negar a Dios: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador.” (Tito 3:5-6). Al buscar diariamente renovar nuestra mente por el Espíritu Santo, podemos desarrollarnos como cristianos que honran a Dios por la forma en que vivimos.
Carta de Filemón
Autor: El autor de la carta de Filemón fue el apóstol Pablo (Filemón 1:1).
Fecha de su Escritura: la carta de Filemón fue escrita aproximadamente en el año 60 d.C.
Propósito de la Escritura: La carta a Filemón es el más corto de todos los escritos de Pablo y trata sobre la práctica de la esclavitud. La carta sugiere que Pablo estaba en prisión al momento de escribirla. Filemón, quien hospedaba a una iglesia en su casa, era dueño de un esclavo. Durante el tiempo del ministerio de Pablo en Efeso, Filemón probablemente había viajado a la ciudad, y habiendo escuchado predicar a Pablo, se hizo cristiano. El esclavo Onésimo robó a su amo Filemón, y huyó, dirigiéndose a Roma y a Pablo. Onésimo era aún propiedad de Filemón, y Pablo escribió para suavizar el hecho de su regreso con su amo. Tras haberle testificado Pablo, Onésimo se hizo cristiano (Filemón 10), y Pablo quería que Filemón aceptara a Onésimo como un hermano en Cristo, y no meramente como un esclavo.
Versos Clave: Filemón 6, “……para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús.”
Filemón 16, “….no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.”
Filemón 18, “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.”
Breve Resumen: Pablo había advertido a los dueños de esclavos que tenían una responsabilidad hacia sus esclavos y mostró a los esclavos como seres morales responsables que debían temer a Dios. En Filemón, Pablo no condenó la esclavitud, sino que presentó a Onésimo como un hermano en Cristo, en vez de cómo un esclavo. Cuando un amo puede referirse a un esclavo como un hermano, el esclavo ha alcanzado una posición en la cual el título legal de esclavo no significa nada. La iglesia primitiva no atacó directamente la esclavitud, sino que puso el fundamente para una nueva relación entre el amo y el esclavo. Pablo intentó unir a Filemón y a Onésimo con el amor cristiano, para que la emancipación se hiciera necesaria. La institución de la esclavitud murió solo después de haber sido expuesta a la luz del Evangelio.
Conexiones: Tal vez en ninguna parte del Nuevo Testamento se muestra tan bellamente retratada la diferencia entre la ley y la gracia. Tanto la ley romana como la Ley Mosaica del Antiguo Testamento le daban a Filemón el derecho de castigar al esclavo fugitivo, quien era considerado como su propiedad. Pero el pacto de la gracia a través del Señor Jesús, permitió que el amo y el esclavo tuvieran compañerismo en amor sobre bases de igualdad en el cuerpo de Cristo.
Aplicación Práctica: Empleados, líderes políticos, ejecutivos corporativos y padres de familia, pueden seguir el espíritu de la enseñanza de Pablo al tratar a sus empleados cristianos, compañeros de trabajo y miembros de la familia, como miembros del Cuerpo de Cristo. Los cristianos en la sociedad moderna, no deben ver a los ayudantes como escalones para ayudarlos a alcanzar sus ambiciones, sino como a hermanos y hermanas en Cristo, quienes deben recibir un trato amable. Además, todos los líderes cristianos deben reconocer que tendrán que entregar cuentas a Dios por su trato hacia aquellos que trabajan para ellos, ya sea que se trate de ayudantes cristianos o no cristianos. Eventualmente, ellos deben responder a Dios por sus acciones (Colosenses 4:1).
Autor: El autor de la carta de Filemón fue el apóstol Pablo (Filemón 1:1).
Fecha de su Escritura: la carta de Filemón fue escrita aproximadamente en el año 60 d.C.
Propósito de la Escritura: La carta a Filemón es el más corto de todos los escritos de Pablo y trata sobre la práctica de la esclavitud. La carta sugiere que Pablo estaba en prisión al momento de escribirla. Filemón, quien hospedaba a una iglesia en su casa, era dueño de un esclavo. Durante el tiempo del ministerio de Pablo en Efeso, Filemón probablemente había viajado a la ciudad, y habiendo escuchado predicar a Pablo, se hizo cristiano. El esclavo Onésimo robó a su amo Filemón, y huyó, dirigiéndose a Roma y a Pablo. Onésimo era aún propiedad de Filemón, y Pablo escribió para suavizar el hecho de su regreso con su amo. Tras haberle testificado Pablo, Onésimo se hizo cristiano (Filemón 10), y Pablo quería que Filemón aceptara a Onésimo como un hermano en Cristo, y no meramente como un esclavo.
Versos Clave: Filemón 6, “……para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús.”
Filemón 16, “….no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.”
Filemón 18, “Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta.”
Breve Resumen: Pablo había advertido a los dueños de esclavos que tenían una responsabilidad hacia sus esclavos y mostró a los esclavos como seres morales responsables que debían temer a Dios. En Filemón, Pablo no condenó la esclavitud, sino que presentó a Onésimo como un hermano en Cristo, en vez de cómo un esclavo. Cuando un amo puede referirse a un esclavo como un hermano, el esclavo ha alcanzado una posición en la cual el título legal de esclavo no significa nada. La iglesia primitiva no atacó directamente la esclavitud, sino que puso el fundamente para una nueva relación entre el amo y el esclavo. Pablo intentó unir a Filemón y a Onésimo con el amor cristiano, para que la emancipación se hiciera necesaria. La institución de la esclavitud murió solo después de haber sido expuesta a la luz del Evangelio.
Conexiones: Tal vez en ninguna parte del Nuevo Testamento se muestra tan bellamente retratada la diferencia entre la ley y la gracia. Tanto la ley romana como la Ley Mosaica del Antiguo Testamento le daban a Filemón el derecho de castigar al esclavo fugitivo, quien era considerado como su propiedad. Pero el pacto de la gracia a través del Señor Jesús, permitió que el amo y el esclavo tuvieran compañerismo en amor sobre bases de igualdad en el cuerpo de Cristo.
Aplicación Práctica: Empleados, líderes políticos, ejecutivos corporativos y padres de familia, pueden seguir el espíritu de la enseñanza de Pablo al tratar a sus empleados cristianos, compañeros de trabajo y miembros de la familia, como miembros del Cuerpo de Cristo. Los cristianos en la sociedad moderna, no deben ver a los ayudantes como escalones para ayudarlos a alcanzar sus ambiciones, sino como a hermanos y hermanas en Cristo, quienes deben recibir un trato amable. Además, todos los líderes cristianos deben reconocer que tendrán que entregar cuentas a Dios por su trato hacia aquellos que trabajan para ellos, ya sea que se trate de ayudantes cristianos o no cristianos. Eventualmente, ellos deben responder a Dios por sus acciones (Colosenses 4:1).
Libro de Hebreos
Autor: Aunque algunos incluyen al libro de Hebreos entre los escritos por el apóstol Pablo, la verdadera identidad del autor sigue siendo un enigma. Aquí falta el acostumbrado saludo, tan común en sus otras epístolas. Adicionalmente, la sugerencia de que el escritor de esta epístola se basa en el conocimiento e información provista por otros que realmente fueron testigos presenciales de Jesucristo (2:3) hace que la autoría Paulina resulte dudosa. Algunos le atribuyen su escritura a Lucas; otros sugieren que Hebreos pudo haber sido escrito por Apolos, Bernabé, Silas, Felipe, o Aquila y Priscila. Independientemente de la mano humana que sostuvo la pluma, el Espíritu Santo de Dios es el divino autor de toda la Escritura (2 Timoteo 3:16); por tanto, Hebreos habla con la misma autoridad canóniga que los otros sesenta y cinco libros de la Biblia.
Fecha de su Escritura: El padre de la iglesia primitiva Clemente, citó el libro de Hebreos en el 95 d.C. Sin embargo, una evidencia interna tal como el hecho de que Timoteo estaba vivo para el tiempo en que la epístola fue escrita, y la ausencia de cualquier evidencia que mostrara el fin del sistema sacrificial del Antiguo Testamento que ocurrió con la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C., indica que el libro fue escrito alrededor del año 65 d.C.
Propósito de la Escritura: El desaparecido Dr. Walter Martin, fundador del Instituto de Investigación Cristiana y escritor del “best seller” Kingdom of the Cults (El Reino de los Cultos), dijo sarcásticamente en su acostumbrada manera de hablar, que el libro de Hebreos fue escrito por un hebreo para otros hebreos, diciéndoles a los hebreos que dejaran de actuar como hebreos. Realmente, muchos de los primeros judíos creyentes, estaban volviendo a caer en los ritos y rituales del judaísmo, a fin de escapar de la creciente persecución. Entonces, esta carta es una exhortación para que estos creyentes perseguidos continuaran en la gracia de Jesucristo.
Versos Clave: Hebreos 1:1-2, “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Hebreos 2:3, “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?....”
Hebreos 4:14-16, “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Hebreos 11:1, “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Hebreos 12:1-2, “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Breve Resumen: El libro de Hebreos está dirigido a tres diferentes grupos: los creyentes en Cristo; los no creyentes que tenían conocimiento de y una aceptación intelectual de los hechos de Cristo; y los no creyentes que fueron atraídos a Cristo, pero que a última instancia lo rechazaron. Es importante entender a que grupo se dirige cada pasaje. El fallar en hacerlo de esta forma, nos llevará a conclusiones que son inconsistentes con el resto de la Escritura.
El escritor de Hebreos continuamente hace mención de la superioridad de Cristo, tanto de Su persona como de Su obra ministerial. En los escritos del Antiguo Testamento, entendemos que los rituales y ceremonias del judaísmo señalaban simbólicamente la venida del Mesías. En otras palabras, los ritos del judaísmo no fueron sino sombras de las cosas que habrían de venir. Hebreos nos dice que Jesucristo es mejor que lo que la mera religión pueda ofrecer. Toda la pompa y circunstancia de la religión, palidece en comparación con la persona, la obra, y el ministerio de Jesucristo. Es la superioridad de nuestro Señor Jesús, entonces, el tema que prevalece en la escritura de esta elocuente carta.
Conexiones: Tal vez en ninguna parte del Nuevo Testamento se centre más la atención en el Antiguo Testamento que en el libro de Hebreos, el cual tiene como su fundamento el sacerdocio levítico. El escritor de Hebreos compara constantemente lo inadecuado del sistema sacrificial del Antiguo Testamento, con su perfección y consumación cumplida en Cristo. Donde el Antiguo Pacto requería continuos sacrificios y una expiación anual por el pecado, que era ofrecida por un sacerdote humano, el Nuevo Pacto provee un sacrificio único a través de Cristo (Hebreos 10:10) así como el acceso directo al trono de Dios para todos los que están en Él.
Aplicación Práctica: Rica en fundamentos de doctrina cristiana, la epístola a los Hebreos también nos proporciona ejemplos alentadores de los “héroes de la fe” de Dios, quienes perseveraron a pesar de grandes dificultades y circunstancias adversas (Hebreos 11). Estos miembros del Salón de la Fe de Dios, proporcionan pruebas abrumadoras en cuanto a la garantía incondicional y fiabilidad absoluta de Dios. De igual manera, nosotros debemos mantener una perfecta confianza en las ricas promesas de Dios, a pesar de nuestras circunstancias, meditando sobre la fidelidad de la roca sólida de las obras de Dios en las vidas de Sus santos del Antiguo Testamento.
El escritor de Hebreos proporciona un gran ánimo a los creyentes, pero hay cinco advertencias solemnes a las que debemos prestar atención. Existe el peligro de descuidarnos (Hebreos 2:1-4), el peligro de la incredulidad (Hebreos 3:7—4:13), el peligro de la inmadurez espiritual (Hebreos 5:11—6:20), el peligro fallar en permanecer (Hebreos 10:26-39), y el inherente peligro de desechar a Dios (Hebreos 12:25-29). Y así encontramos coronando esta gran obra de riqueza doctrinal, un refrescante manantial de aliento, y una fuente de sanas y prácticas advertencias contra la pereza en nuestro caminar cristiano. Pero hay aún más, porque en Hebreos encontramos un retrato magníficamente reproducido de nuestro Señor Jesucristo – el Autor y Consumador de nuestra gran salvación (Hebreos 12:2).
Autor: Aunque algunos incluyen al libro de Hebreos entre los escritos por el apóstol Pablo, la verdadera identidad del autor sigue siendo un enigma. Aquí falta el acostumbrado saludo, tan común en sus otras epístolas. Adicionalmente, la sugerencia de que el escritor de esta epístola se basa en el conocimiento e información provista por otros que realmente fueron testigos presenciales de Jesucristo (2:3) hace que la autoría Paulina resulte dudosa. Algunos le atribuyen su escritura a Lucas; otros sugieren que Hebreos pudo haber sido escrito por Apolos, Bernabé, Silas, Felipe, o Aquila y Priscila. Independientemente de la mano humana que sostuvo la pluma, el Espíritu Santo de Dios es el divino autor de toda la Escritura (2 Timoteo 3:16); por tanto, Hebreos habla con la misma autoridad canóniga que los otros sesenta y cinco libros de la Biblia.
Fecha de su Escritura: El padre de la iglesia primitiva Clemente, citó el libro de Hebreos en el 95 d.C. Sin embargo, una evidencia interna tal como el hecho de que Timoteo estaba vivo para el tiempo en que la epístola fue escrita, y la ausencia de cualquier evidencia que mostrara el fin del sistema sacrificial del Antiguo Testamento que ocurrió con la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C., indica que el libro fue escrito alrededor del año 65 d.C.
Propósito de la Escritura: El desaparecido Dr. Walter Martin, fundador del Instituto de Investigación Cristiana y escritor del “best seller” Kingdom of the Cults (El Reino de los Cultos), dijo sarcásticamente en su acostumbrada manera de hablar, que el libro de Hebreos fue escrito por un hebreo para otros hebreos, diciéndoles a los hebreos que dejaran de actuar como hebreos. Realmente, muchos de los primeros judíos creyentes, estaban volviendo a caer en los ritos y rituales del judaísmo, a fin de escapar de la creciente persecución. Entonces, esta carta es una exhortación para que estos creyentes perseguidos continuaran en la gracia de Jesucristo.
Versos Clave: Hebreos 1:1-2, “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Hebreos 2:3, “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?....”
Hebreos 4:14-16, “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Hebreos 11:1, “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Hebreos 12:1-2, “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Breve Resumen: El libro de Hebreos está dirigido a tres diferentes grupos: los creyentes en Cristo; los no creyentes que tenían conocimiento de y una aceptación intelectual de los hechos de Cristo; y los no creyentes que fueron atraídos a Cristo, pero que a última instancia lo rechazaron. Es importante entender a que grupo se dirige cada pasaje. El fallar en hacerlo de esta forma, nos llevará a conclusiones que son inconsistentes con el resto de la Escritura.
El escritor de Hebreos continuamente hace mención de la superioridad de Cristo, tanto de Su persona como de Su obra ministerial. En los escritos del Antiguo Testamento, entendemos que los rituales y ceremonias del judaísmo señalaban simbólicamente la venida del Mesías. En otras palabras, los ritos del judaísmo no fueron sino sombras de las cosas que habrían de venir. Hebreos nos dice que Jesucristo es mejor que lo que la mera religión pueda ofrecer. Toda la pompa y circunstancia de la religión, palidece en comparación con la persona, la obra, y el ministerio de Jesucristo. Es la superioridad de nuestro Señor Jesús, entonces, el tema que prevalece en la escritura de esta elocuente carta.
Conexiones: Tal vez en ninguna parte del Nuevo Testamento se centre más la atención en el Antiguo Testamento que en el libro de Hebreos, el cual tiene como su fundamento el sacerdocio levítico. El escritor de Hebreos compara constantemente lo inadecuado del sistema sacrificial del Antiguo Testamento, con su perfección y consumación cumplida en Cristo. Donde el Antiguo Pacto requería continuos sacrificios y una expiación anual por el pecado, que era ofrecida por un sacerdote humano, el Nuevo Pacto provee un sacrificio único a través de Cristo (Hebreos 10:10) así como el acceso directo al trono de Dios para todos los que están en Él.
Aplicación Práctica: Rica en fundamentos de doctrina cristiana, la epístola a los Hebreos también nos proporciona ejemplos alentadores de los “héroes de la fe” de Dios, quienes perseveraron a pesar de grandes dificultades y circunstancias adversas (Hebreos 11). Estos miembros del Salón de la Fe de Dios, proporcionan pruebas abrumadoras en cuanto a la garantía incondicional y fiabilidad absoluta de Dios. De igual manera, nosotros debemos mantener una perfecta confianza en las ricas promesas de Dios, a pesar de nuestras circunstancias, meditando sobre la fidelidad de la roca sólida de las obras de Dios en las vidas de Sus santos del Antiguo Testamento.
El escritor de Hebreos proporciona un gran ánimo a los creyentes, pero hay cinco advertencias solemnes a las que debemos prestar atención. Existe el peligro de descuidarnos (Hebreos 2:1-4), el peligro de la incredulidad (Hebreos 3:7—4:13), el peligro de la inmadurez espiritual (Hebreos 5:11—6:20), el peligro fallar en permanecer (Hebreos 10:26-39), y el inherente peligro de desechar a Dios (Hebreos 12:25-29). Y así encontramos coronando esta gran obra de riqueza doctrinal, un refrescante manantial de aliento, y una fuente de sanas y prácticas advertencias contra la pereza en nuestro caminar cristiano. Pero hay aún más, porque en Hebreos encontramos un retrato magníficamente reproducido de nuestro Señor Jesucristo – el Autor y Consumador de nuestra gran salvación (Hebreos 12:2).
Carta de Santiago
Autor: El autor de esta epístola (carta) es Santiago, también llamado Jacobo o Santiago el Justo, de quien se piensa fue el hermano de Jesucristo (Mateo 13:55; Marcos 6:3). Santiago no fue un creyente (Juan 7:3-5) hasta después de la resurrección de Jesucristo (Hechos 1:14; 1 Corintios 15-7; Gálatas 1:19). Él se convirtió en la cabeza de la iglesia en Jerusalén y es el que se menciona primero como uno de los pilares de la iglesia (Gálatas 2:9).
Fecha de su Escritura: La carta de Santiago es probablemente el más antiguo del Nuevo Testamento, escrito tal vez en el 45 d.C., antes del primer concilio de Jerusalén del 50 d.C. Santiago fue martirizado aproximadamente en el año 62 d.C. de acuerdo con el historiador Josefo.
Propósito de la Escritura: Algunos piensan que esta epístola fue escrita en respuesta a una sobre-apasionada interpretación de las enseñanzas de Pablo respecto a la fe. Este punto de vista extremo, llamado antinomianismo, sostenía que a través de la fe en Cristo uno estaba completamente libre de toda la ley de Antiguo Testamento, de todo el legalismo, de toda la ley secular, y de toda la moralidad de una sociedad. El libro de Santiago está dirigido a los judíos cristianos esparcidos entre todas las naciones (Santiago 1:1). Martín Lutero, quien detestó esta carta y la llamó “la epístola de paja,” falló en reconocer que las enseñanzas de Santiago sobre las obras como autenticación de la fe –no contradecían—las enseñanzas de Pablo sobre la fe. Mientras que las enseñanzas Paulinas se concentran en nuestra justificación con Dios, las enseñanzas de Santiago se concentran en las obras que ejemplifican esa justificación. Santiago estaba escribiéndoles a los judíos para alentarlos a continuar creciendo en esta nueva fe cristiana. Santiago enfatiza que las buenas acciones fluirán naturalmente de aquellos que están llenos del Espíritu y cuestiona si alguien puede o no puede tener una fe salvadora, si el fruto del espíritu no puede apreciarse en él, algo muy parecido a lo que Pablo describe en Gálatas 5:22-23.
Versos Clave: Santiago 1:2-3, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”
Santiago 1:19, “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.”
Santiago 2:17-18, “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.”
Santiago 3:5, “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”
Santiago 5:16b, “La oración eficaz del justo puede mucho.”
Breve Resumen: El libro de Santiago bosqueja el caminar en la fe a través de la religión verdadera (1:1-27), de la fe verdadera (2:1—3:12) y la verdadera sabiduría (3:13—5:20). Este libro contiene un extraordinario paralelismo con el Sermón del Monte de Jesús, en Mateo 5—7. Santiago comienza en el primer capítulo describiendo los rasgos generales del caminar en la fe. En el capítulo dos y al principio del capítulo tres, él habla sobre la justicia social y hace un discurso sobre la fe en acción. Luego, compara y contrasta la diferencia entre la sabiduría terrenal y la que proviene de lo alto, y nos pide alejarnos del mal y acercarnos a Dios. Santiago hace una reprensión particularmente severa a los ricos que acumulan riquezas y a aquellos que se piensan autosuficientes. Finalmente él termina animando a los creyentes a ser pacientes en el sufrimiento, orando y cuidando unos de otros y reforzando nuestra fe a través del compañerismo.
Conexiones: El libro de Santiago es la descripción básica de la relación que existe entre la fe y las obras. Tan arraigados en la ley mosaica y su sistema de obras estaban los judíos cristianos a quienes Santiago escribió, que dedicó mucho tiempo para explicarles la difícil verdad, de que nadie es justificado por las obras de la ley (Gálatas 2:16). Él les declara que aún si ellos con su mejor esfuerzo, trataran de guardar todas las varias leyes y rituales, lo cual es imposible de hacer, y transgredieran la parte más pequeña de la ley, esto los hacía culpables de toda ella (Santiago 2:10) porque la ley es una entidad y el quebrantar una parte de ella, es quebrantarla toda.
Aplicación Práctica: Vemos en el libro de Santiago un reto para los fieles seguidores de Jesucristo de no solo “hablar de ello,” sino “caminar en ello.” Mientras que nuestro caminar en la fe, para que sea verdadero requiere de un crecimiento y conocimiento de la Palabra, Santiago nos exhorta a no detenernos allí. Muchos cristianos encontrarán esta epístola desafiante mientras Santiago presenta 60 obligaciones en solo 108 versos. Él se enfoca en las verdades de las palabras de Jesús en el Sermón del Monte, y nos motiva a actuar sobre lo que Él enseñó.
La epístola también descarta la idea de que uno puede convertirse en un cristiano y sin embargo continuar viviendo en pecado, sin exhibir el fruto de justicia. Tal “fe,” declara Santiago, es compartida por los demonios quienes “creen y tiemblan” (Santiago 2:19). Sin embargo tal “fe” no puede salvar, porque no está respaldada por las obras que siempre acompañan a la verdadera fe salvadora (Efesios 2:10). Las buenas obras no son la causa de la salvación, sino que son el resultado de ella.
Autor: El autor de esta epístola (carta) es Santiago, también llamado Jacobo o Santiago el Justo, de quien se piensa fue el hermano de Jesucristo (Mateo 13:55; Marcos 6:3). Santiago no fue un creyente (Juan 7:3-5) hasta después de la resurrección de Jesucristo (Hechos 1:14; 1 Corintios 15-7; Gálatas 1:19). Él se convirtió en la cabeza de la iglesia en Jerusalén y es el que se menciona primero como uno de los pilares de la iglesia (Gálatas 2:9).
Fecha de su Escritura: La carta de Santiago es probablemente el más antiguo del Nuevo Testamento, escrito tal vez en el 45 d.C., antes del primer concilio de Jerusalén del 50 d.C. Santiago fue martirizado aproximadamente en el año 62 d.C. de acuerdo con el historiador Josefo.
Propósito de la Escritura: Algunos piensan que esta epístola fue escrita en respuesta a una sobre-apasionada interpretación de las enseñanzas de Pablo respecto a la fe. Este punto de vista extremo, llamado antinomianismo, sostenía que a través de la fe en Cristo uno estaba completamente libre de toda la ley de Antiguo Testamento, de todo el legalismo, de toda la ley secular, y de toda la moralidad de una sociedad. El libro de Santiago está dirigido a los judíos cristianos esparcidos entre todas las naciones (Santiago 1:1). Martín Lutero, quien detestó esta carta y la llamó “la epístola de paja,” falló en reconocer que las enseñanzas de Santiago sobre las obras como autenticación de la fe –no contradecían—las enseñanzas de Pablo sobre la fe. Mientras que las enseñanzas Paulinas se concentran en nuestra justificación con Dios, las enseñanzas de Santiago se concentran en las obras que ejemplifican esa justificación. Santiago estaba escribiéndoles a los judíos para alentarlos a continuar creciendo en esta nueva fe cristiana. Santiago enfatiza que las buenas acciones fluirán naturalmente de aquellos que están llenos del Espíritu y cuestiona si alguien puede o no puede tener una fe salvadora, si el fruto del espíritu no puede apreciarse en él, algo muy parecido a lo que Pablo describe en Gálatas 5:22-23.
Versos Clave: Santiago 1:2-3, “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”
Santiago 1:19, “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.”
Santiago 2:17-18, “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.”
Santiago 3:5, “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”
Santiago 5:16b, “La oración eficaz del justo puede mucho.”
Breve Resumen: El libro de Santiago bosqueja el caminar en la fe a través de la religión verdadera (1:1-27), de la fe verdadera (2:1—3:12) y la verdadera sabiduría (3:13—5:20). Este libro contiene un extraordinario paralelismo con el Sermón del Monte de Jesús, en Mateo 5—7. Santiago comienza en el primer capítulo describiendo los rasgos generales del caminar en la fe. En el capítulo dos y al principio del capítulo tres, él habla sobre la justicia social y hace un discurso sobre la fe en acción. Luego, compara y contrasta la diferencia entre la sabiduría terrenal y la que proviene de lo alto, y nos pide alejarnos del mal y acercarnos a Dios. Santiago hace una reprensión particularmente severa a los ricos que acumulan riquezas y a aquellos que se piensan autosuficientes. Finalmente él termina animando a los creyentes a ser pacientes en el sufrimiento, orando y cuidando unos de otros y reforzando nuestra fe a través del compañerismo.
Conexiones: El libro de Santiago es la descripción básica de la relación que existe entre la fe y las obras. Tan arraigados en la ley mosaica y su sistema de obras estaban los judíos cristianos a quienes Santiago escribió, que dedicó mucho tiempo para explicarles la difícil verdad, de que nadie es justificado por las obras de la ley (Gálatas 2:16). Él les declara que aún si ellos con su mejor esfuerzo, trataran de guardar todas las varias leyes y rituales, lo cual es imposible de hacer, y transgredieran la parte más pequeña de la ley, esto los hacía culpables de toda ella (Santiago 2:10) porque la ley es una entidad y el quebrantar una parte de ella, es quebrantarla toda.
Aplicación Práctica: Vemos en el libro de Santiago un reto para los fieles seguidores de Jesucristo de no solo “hablar de ello,” sino “caminar en ello.” Mientras que nuestro caminar en la fe, para que sea verdadero requiere de un crecimiento y conocimiento de la Palabra, Santiago nos exhorta a no detenernos allí. Muchos cristianos encontrarán esta epístola desafiante mientras Santiago presenta 60 obligaciones en solo 108 versos. Él se enfoca en las verdades de las palabras de Jesús en el Sermón del Monte, y nos motiva a actuar sobre lo que Él enseñó.
La epístola también descarta la idea de que uno puede convertirse en un cristiano y sin embargo continuar viviendo en pecado, sin exhibir el fruto de justicia. Tal “fe,” declara Santiago, es compartida por los demonios quienes “creen y tiemblan” (Santiago 2:19). Sin embargo tal “fe” no puede salvar, porque no está respaldada por las obras que siempre acompañan a la verdadera fe salvadora (Efesios 2:10). Las buenas obras no son la causa de la salvación, sino que son el resultado de ella.